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Reportaje:

Las danzas trágicas de las pateras

Las asociaciones de ayuda a inmigrantes entregan en Cádiz a don Felipe fotos de la tragedia del Estrecho

Los bailes que abarca el repertorio de los caballos de la Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre de Jerez reciben nombres que evocan danzas o melindres versallescos: pasagge, piaffer, cambio al tranco, levadas o corvetas. Los caballos de Jerez, que ayer actuaron ante el Príncipe de Asturias, caminaron en riendas largas, en son y ritmo e incluso ensayaron el paso a tres, el paso a cuatro y el ítem denominado Aires elevados. Nadie pensaría, contemplando el andar alegre de las caballerías, que unas horas antes don Felipe había compartido en la habitación de un hotel la tragedia de las miles de víctimas de la inmigración clandestina que caen frente a las costas de Algeciras. Pero así es la visita de un Príncipe que pretende conocer la apretada realidad de una comunidad que igual construye airbús que blinda con hierro sus fronteras.

Hasta ayer todos los que habían conversado con Felipe de Borbón se reservaron las críticas certeras. A lo sumo habían hablado, en términos generales, de faltas, harturas, pesares, alegrías o desconciertos, pero no habían señalado, con exquisita cortesía diplomática, a nadie en concreto. Esta tónica, sin embargo, cambió ayer cuando la Asociación de Pro Derechos Humanos de Andalucía entregó al hijo del Rey una carta en la que, entre otras cosas, culpaba de la tragedia del Estrecho a un Gobierno que ha preparado una 'política inhumana de cierre de fronteras' y que ha optado por métodos 'fundamentalmente policiales'.

Pro Derechos Humanos no quiso dejar nada en el ropero de la buena educación: 'No sólo olvida [el Gobierno] nuestra propia historia sino que se niega a mirar el fenómeno migratorio desde una perspectiva más abierta, como algo estructural y no meramente coyuntural, relacionado con la nueva globalización', expusieron al Príncipe.

Pero si desde un punto de vista diplomático las acusaciones directas pueden representar un punto de mal gusto, las imágenes de esas tragedias pueden trazar uno sin retorno. Gabriel Delgado, miembro de una de las asociaciones de acogida de inmigrantes que operan en Andalucía, entregó al Príncipe un álbum con fotografías de mujeres magrebíes abrazadas a sus bebés después de la siniestra travesía e imágenes de pieles humanas quemadas por el salitre. No sólo le mostraron las fotos una a una en el hotel Atlántico de Cádiz sino que le regalaron el álbum completo.

Don Felipe se interesó por las políticas de cooperación para promover el desarrollo en los países de origen de los inmigrantes e impedir que la inmigración sea un destino forzoso. También reconoció el trabajo solidario de los voluntarios que trabajan en Andalucía. Alguien preguntó por qué la organización no había invitado a algún inmigrante, pero la respuesta fue evasiva.

El cielo, como el humor de las visitas y las reuniones del Príncipe, estuvo inquieto y variable. Tras el despacho con las asociaciones de socorro a los desfavorecidos, la comitiva voló hacia Puerto Real, a la factoría que fabrica los componentes del Airbús, y más tarde hacia el Ayuntamiento de Jerez donde los escolares habían suspendido parcialmente sus clases para recibir a don Felipe.

En el picadero de la Real Escuela de Arte Ecuestre varios cientos de ellos, uniformados unos de azul y otros de rojo, ocupaban los graderíos y fueron aplaudiendo, con la precisión de un coro, todos los saltos y carreras que emprendieron los caballos bajo ritmos lentos o frenéticos: cruces, círculos, piruetas, cambios de pie, pasos españoles, galopes y levadas altas entre pilares. Caballos y jinetes fueron muy aplaudidos.

Pinsapos, fresas y fotografías

La lluvia mantuvo hasta el final en el aire la visita al pinsapal del parque natural de la Sierra de Grazalema. Al final, la comitiva partió a cumplir el episodio medio ambiental de la visita del Príncipe Felipe y recorrió el bosque de pinsapos de uno de los territorios de mayor interés ecológico de Andalucía. Pero antes de salir, el Príncipe almorzó con los miembros del Consejo Regulador de las Denomaciones de Origen de Jerez. La comida, a la que asistió también el ministro de Agricultura Miguel Arias Cañete, incluyó un refinado gazpacho de fresas que, bien mirado, parece una receta de cuento de princesas. Las visitas de los personajes importantes conmueven incluso a los cocineros que inventan para la ocasión las mayores fruslerías. En realidad, es un fenómeno al que nadie permanece ajeno. En el fondo todos los circunstantes tratan de afinar sus habilidades e incluso ensayar algunas inéditas. Sin ir más lejos, el presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, hizo el jueves en el muelle de Algeciras una foto. En realidad hizo foto y media, y aquí radica el mérito de Chaves. El largo viaje de un Príncipe por Andalucía, como ha quedado expuesto, da para muchas ocupaciones, incluido algún rato para practicar pasatiempos sin antecedentes. Así ocurrió que Manuel Chaves voluntariamente hizo una foto a los periodistas en una carpa instalada junto al lugar de ampliación del muelle. El presidente andaluz tomó la cámara, enfocó con un leve guiño de ojos, apuntó y cuando tenía encuadrado en primer plano el nudo windsor de su propia corbata alguién le advirtió que había cogido la cámara del revés.

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