_
_
_
_
Tribuna:LA MUERTE DE UN ESCOLTA
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Aprender de los errores

La muerte del escolta Andoni Urdaniz esta poniendo en evidencia graves carencias en el sistema de protección directa que existe para tantas personas en el País Vasco. Además de ser, por supuesto, un drama humano que afecta a cuantas personas se vieron involucradas en el suceso y a quienes concebimos como incuestionable el valor de la vida. Cuando se produce una muerte en una acción policial, sea de quien sea, todo buen policía siente el fracaso de su objetivo primordial: proteger a las personas.

Estamos ante un caso que muestra varios despropósitos, entre los cuales no es el menor la reacción de Batasuna. Habrá quien diga que sus pronunciamientos merecen el silencio, pero otras personas opinamos que debemos exponer constantemente las incongruencias y falsedades de quienes quieren imponernos por la fuerza su ideario. Considerar la muerte de Urdaniz un mero 'accidente laboral', como dijo su portavoz municipal en Donostia-San Sebastián, es un desatino, que llega a la tragicomedia, cuando desde la llamada izquierda abertzale se reclaman medidas contra la accidentabilidad laboral. ¿Será cinismo?. Quitemos la máscara al argumento y recordemos en palabras de Ortega y Gasset de que 'nada es vivo sino en la medida en que es y sigue siendo problema'. Una expresión que parece una máxima para algunos en el País Vasco, pero que no debe despistarnos de nuestras propias acciones.

El riesgo de incidentes armados en un área saturada de agentes es directamente proporcional a la falta de coordinación

Tenemos que pensar en el enfrentamiento que acabó con la vida del escolta para evitar en lo posible futuros incidentes. Sabemos en policología que un área saturada de agentes armados genera una vulnerabilidad y el riesgo de incidentes armados en grado directamente proporcional a la falta de colaboración y a las deficiencias en la comunicación existente entre ellos. Así que vamos a dejarnos de descalificaciones mutuas entre implicados y evitemos la confusión de las versiones contrapuestas. Pensemos, volviendo a Ortega, que 'mejor que la suspicacia es una confianza vivaz y alerta'. La solución clásica y eficaz es una comisión multiagencial de investigación, al estilo británico, que indague sobre el procedimiento profesional más adecuado para estos casos. La pretensión es conocer lo sucedido, para evitar errores, que han existido por todas las partes involucradas, proponer la mejora de los métodos de actuación y, en su caso, establecer responsabilidades profesionales.

Un esfuerzo real por racionalizar la pretensión de seguridad exige evitar la parcialidad en los comentarios o su tergiversación partidista. Hemos escuchado críticas hacia los guardias civiles por no ir 'identificados' mediante petos o prendas similares sería, como si seguir y sorprender a atracadores pudiera hacerse de fosforito. Asimismo, ha habido defensores de esencias patrias que cuestionan la presencia de guardias civiles en la capital guipuzcoana, sin atender a la norma legal pactada entre administraciones de seguridad, para que los delitos supraterritoriales, como son, por ejemplo, las bandas de atracadores que trabajan en varias comunidades, sean perseguidos por fuerzas estatales. En fin, también hay quien repite el menosprecio hacia los agentes de seguridad privada, cuando la mayoría de los escoltas realizan una labor insustituible y por encima de las contraprestaciones que reciben. Dimes y diretes que ayudan muy poco a mejorar nuestra seguridad, que tanto necesitamos.

Así que más vale que nos pongamos a pensar en el mañana, que es ya cada día. Son los versos de Blas de Otero: 'Ruido / de ayer. Y nunca mañanamos'. Manos a la obra. Propongamos que se considere a Andoni Urdaniz víctima del terrorismo, en una interpretación generosa de la norma, ya iniciada por los colectivos pacifistas Gesto por la Paz y Denon Artean. Auspiciemos la comisión profesional que evalúe el suceso, bien en amparo institucional o entre las organizaciones y sindicatos afectados. Aumentemos los contactos individuales entre escoltas y agentes de seguridad tendentes a propiciar la confianza general, cada cual con sus funciones. Sin olvidar que estos problemas de seguridad son las hojas de una planta cuya raíz está en la imposición terrorista, en el conflicto generado por la violencia política. Y tratar la mala hierba exige muchos y diversos tipos de respuestas.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Doroteo Santos es ertzaina.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_