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VISTO / OÍDO
Columna
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Terrorismo

Hace muchos años encontré un grupo de personas en Pamplona con las que tuve diferencias y coincidencias. En tono de reproche me preguntaron por qué usaba la palabra 'terrorismo' para la violencia de ETA. 'Porque lo es', dije. Creo que en las comunicaciones en cualquier idioma debe haber exactitud para que podamos entendernos. Era terrorismo, y lo es aunque haya cambiado de, digamos, estilo, y se parezca más a lo que Sharon llamó y practicó sin escrúpulo: el 'asesinato selectivo'. Siempre he dicho que el asesinato político es el peor de todos. Terrorismo es palabra que tiene identificaciones históricas, grupos y teóricos que lo adoptaron y practicaron; acepciones de las Naciones Unidas y definiciones en los diccionarios. Ahora ha cambiado de significado. Ahora forma parte de un lenguaje de insulto y desprestigio, y de equívoco y exagerado desde el acto de terrorismo incógnito (¿sabremos alguna vez quién lo hizo y para qué?) de las Torres de Nueva York.

En España el cambio se ha producido de una manera habitual en la política: que, una vez aceptado por todos -menos por sus actores- que es un acto delictivo, se ha ido ampliando por parte del poder y sus palabristas a personas que tienen diversos puntos de vista en la forma de combatirlo. En el mundo 'terrorista' solamente significa el enemigo: cuando quieren castigar a alguien le definen como terrorista, y cometen contra él actos de represión que sin duda el otro, y el que se siente observador como yo, considera terroristas. La ONU era más generosa cuando recomendaba no sólo que se eliminasen 'las causas subyacentes' y consideraba legítimos los actos de 'los movimientos de liberación nacional'; en cambio, condenaba 'los actos de represión y de terrorismo a los cuales se entregan los regímenes coloniales, racistas y extranjeros'. O sea: el terrorismo sería el de Bush en Afganistán o el de Sharon contra Palestina. El terrorismo uniformado, suelo decir. La palabra se ha convertido en un engendro: se usa contra los más débiles y amenazados, y contra personas que al defender países destrozados se convierten en sospechosos. Me gustaría que desapareciera el hecho y la palabra. Que se volviese a hablar de crimen político, de genocidio, de guerra injusta (redundancia), imperio, dominio del mundo. No es posible por ahora.

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