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Reportaje:

La capital de Guinea lleva 25 días sin luz

Una misteriosa avería deja sin luz la capital de Guinea Ecuatorial, donde la corriente llega sólo al palacio presidencial

Rodrigo Angue Nguema, el corresponsal en Malabo de la agencia France Presse, acude a un bar con generador eléctrico para tomarse una cerveza fría y, de paso, pide el favor de que le dejen recargar su teléfono móvil. Como tantos otros habitantes de Malabo, la capital de Guinea Ecuatorial, Angue carece en su domicilio de luz eléctrica desde hace 25 días.

El prolongado apagón ha agudizado el ingenio de los habitantes de la antigua Santa Isabel, que recargan sus móviles en las baterías de los coches e intentan enchufarse, mediante pago, a la llamada 'línea presidencial', el cable que alimenta el palacio del jefe del Estado, Teodoro Obiang Nguema, el único que funciona.

Jesús Mba, el secretario general de la Cruz Roja, se considera un afortunado. 'Aquí, en el hospital, nos las apañamos con el pequeño grupo electrógeno del que disponemos', comenta por teléfono.

Las conexiones ilegales al cable que alimenta el palacio presidencial han provocado incendios

La prolongada interrupción del suministro eléctrico ha desbaratado la vida de la capital privada de alumbrado público y en la que numerosos locales nocturnos han optado por cerrar.

'En algunos hospitales modestos los vetustos generadores han dejado de funcionar al cabo de unos pocos días', asegura Celestino Bakale, que encabeza un partido de oposición, el CPDS, 'y se han visto obligados a reducir al mínimo su actividad como también lo han hecho muchas oficinas pequeñas'.

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'La gente está descontenta porque no puede ver la televisión, está privada de fútbol, y encima la compañía eléctrica pretende que sigan pagando la cuota mensual del contrato de la luz', prosigue Bakale. '¡Y lo peor es que no se puede protestar!'.

El precio de los grupos electrógenos se ha disparado y también el de las caja de cerillas, que cuestan ahora 0,11 euros, o el de las velas, a 0,38 euros la unidad, que prácticamente se ha triplicado.

¿Que ha pasado para que la capital de un país que crece a marchas forzadas se haya quedado sin luz? Segesa, la compañía eléctrica ecuatoguineana, empezó por explicar que el incendio de un cable de alta tensión era el causante de la avería. El ministro de Energía, Cristóbal Menana Ela, acudió el martes al Parlamento para aclarar que el apagón era achacable a 'una fuerte demanda del consumo eléctrico provocado por el creciente aumento de la población de Malabo', que ha superado los 60.000 habitantes.

Además, reveló Menana, una de las dos turbinas de la moderna central gasística se había averiado y 'será necesario esperar al menos cuatro semanas para sustituirla'. El apagón se prolongará, por tanto, hasta finales de abril.

En un país propenso a los rumores, otra versión imaginativa de lo sucedido corrió de boca en boca. Hace diez días, el presidente Obiang acudió al Parlamento para acusar a 'un grupo ilegal', que no nombró, 'de intentar adueñarse del poder por la fuerza'. Obiang anuncia periódicamente que ha abortado golpes de Estado.

Antes y después de su intervención, la policía guineana había procedido, según ha denunciado la oposición, a la detención de unas 200 personas supuestamente implicadas en la intentona, tres de las cuales habrían fallecido bajo la tortura. 'Es más fácil detener cuando la ciudad está a oscuras', afirma un habitante de Malabo.

Además del palacio presidencial, algunas otras dependencias oficiales, como la radio y la televisión, gozan de luz eléctrica proporcionada por dos exhaustas centrales térmicas.

Suscitan una envidia generalizada que los inspectores de Segesa, la compañía eléctrica, aprovechan para proponer a sus clientes conectarse a esa línea a cambio de elevadas propinas.

Estas conexiones improvisadas, escribe Rodrigo Angue, el corresponsal de France Presse, han provocado varios incendios en Malabo a causa de las bruscas subidas de tensión y de los cortocircuitos.

La noche del martes pasado, prosigue el periodista, unos cuantos vecinos del barrio de Caudasa vieron cómo se quemaban todos sus aparatos eléctricos, desde los electrodomésticos hasta los televisores. Los daños materiales que han padecido no serán reembolsados por Segesa, que rehúsa cualquier responsabilidad si el cliente se ha conectado fraudulentamente a la red.

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