Huyendo de SIMO
La bienal Sonimag empezó a cojear en los años noventa. Se celebraba en septiembre-octubre y se dirigía a los distribuidores españoles más que al público final. Contaba con una ventaja sobre Madrid y es que muchos fabricantes -desde Sony y Samsung a Panasonic o Pioneer- tienen fábricas en Barcelona. Pero progresivamente la política ferial de las multinacionales se decidió desde sus sedes europeas y las grandes centrales de compra también tomaron dimensión europea. Y desde estos centros apenas se veía Barcelona. Interesaba más la bienal berlinesa de agosto, IFA. Si no podía ser una feria para distribuidores... tenía que ser una feria para el público. Octubre estaba demasiado lejos de las fechas navideñas y en noviembre no podía ser: estaba el popular SIMO de Madrid, que nunca ha tenido problemas para cobijar a quien se presente -empezó centrada en la ofimática, reaccionó a la aparición del mercado informático y de la telefonía móvil y el año pasado también se podían ver televisores-. Sonimag sobrevivió apelando a la política de buena vecindad de los fabricantes con instalaciones en Cataluña que acudían más por compromiso que por convicción. Hace unos años pudieron acudir a Sonimag predicando la buena nueva de los DVD. Este año podían haber acudido con la novedad de la televisión digital, pero como ésta sólo existe, por ahora, en los decretos del Gobierno, no había nada nuevo que decir que no se hubiera ya dicho, por otros canales, a los distribuidores y mayoristas. Y para decírselo al público, si octubre quedaba lejos de Navidad y había que evitar SIMO, emigrar a mayo situaba Sonimag en unas fechas sin sentido. Además, están las grandes superficies, abiertas todo el año
Esta baja merma la Semana Digital, el intento barcelonés de reanimar sus salones informáticos en una época en que muchas grandes empresas montan sus propios eventos para protagonizarlos en exclusiva y, en Europa, se mueren muchas ferias dejando el calendario en Cebit, la imprescindible feria de los profesionales en Hannover, y Milán y SIMO, que este año también flaqueó... como escaparate para el consumidor.
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