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Crónica:'Todas las azafatas van al cielo' | ESTRENO
Crónica
Texto informativo con interpretación

Amor como terapia para curar el dolor

Ingrid Rubio protagoniza la tercera película del argentino Daniel Burman

Clara Blanchar

El amor puede ser una herramienta para sobrevivir. Éste es el punto de partida de la tercera película del argentino Daniel Burman, Todas las azafatas van al cielo, una producción argentino-española que hoy se estrena en las pantallas españolas. El director, nacido en Buenos Aires en 1973 y ampliamente premiado por su anterior filme, Esperando al Mesías, se trasladó en julio del año pasado al helado y solitario invierno de la Patagonia para rodar una historia de amor entre Teresa, una azafata de vuelo que teme vivir con los pies en la tierra, y Julián, un médico que viaja a Ushuaia para arrojar las cenizas de su mujer, que también fue azafata de vuelo, en el lugar donde se conocieron.

'El entorno tiene un curso dramático y se integra en la trama de historia'
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La actriz catalana Ingrid Rubio encarna a Teresa, un papel que el director escribió específicamente para ella y que interpreta con un perfecto acento argentino, como ya hiciera en El faro del Sur (Eduardo Minogna, 1998). Julián es Alfredo Casero, un polifacético artista muy conocido en Argentina, donde ha trabajado de músico y productor y que durante muchos años fue el alma de un programa de humor en la televisión.

La vital madre de la protagonista -interpretada por la veterana Norma Aleandro-, una prostituta que de día trabaja de guía turística, una abnegada enfermera, un entrañable y peculiar empleado del aeropuerto de Ushuaia y un taxista judío que juega a adivinar la profesión de sus clientes -interpretado por Daniel Hendler, el protagonista de la anterior película de Burman-, son los secundarios que se cruzan en las vidas de los protagonistas de la cinta. Son estos secundarios quienes añaden las pequeñas notas de humor a una cinta que, aunque su título y la imagen del cartel pudieran hacerlo pensar, no es una comedia sino más bien todo lo contrario.

'La película habla de la relación entre el amor y el dolor, y de cómo los dos protagonistas se utilizan, en el buen sentido de la palabra, para salir adelante', explicó esta semana Daniel Burman durante la presentación del filme en Barcelona, a la que también acudió Ingrid Rubio. 'Pero es también una película sobre la necesidad', apuntó la protagonista de Taxi, 'porque la historia muestra a distintas generaciones de una sociedad donde todos tienen alguna carencia'.

Sobre la elección de una azafata como protagonista de la historia, Burman explicó que 'no tiene nada que ver con la fantasía sexual de las bandejitas de comida en los aviones'. El director pensó en esta profesión porque 'las azafatas representan un estereotipo de mujer que está en todas partes y en ningún sitio'. En su opinión, 'muchas veces esconden un profundo temor al paraíso terrenal de la vida cotidiana'. Precisamente lo que le pasa a la protagonista.

Tanto Burman como Rubio coincidieron en que, pese a la dureza del clima, el rodaje 'resultó muy cálido', gracias al buen ambiente del equipo y a la colaboración de los habitantes de Ushuaia. El director reconoció que en un marco tan impresionante e inhóspito como la Patagonia 'era tentador hacer una película paisajística, pero al final el entorno tiene un curso dramático y se integra en la trama de historia'. Sobre el desafío de interpretar los diálogos con acento argentino, Ingrid Rubio desveló que su truco consistió en ensayar las frases previamente grabadas por el director en un casete.

Daniel Burman se mostró muy satisfecho con el resultado de su tercera película, estrenada con éxito en Buenos Aires la semana pasada. 'Me gusta mucho más que la anterior, y muchísimo más que la primera. Para hacer esta película me convertí en público', explicó el director: 'En el público que espera salir del cine mejor de lo que entró'. Según Burman, los directores noveles sufren de narcicismo 'como si fueran las únicas personas del mundo que han rodado', pero reconoció que con el tiempo se dan cuenta de que son 'sólo uno entre miles, y cuanto antes te das cuenta, mejor'. Así, con el filme, Burman busca fundamentalmente 'entretener y no contar el fin del mundo ni la crisis argentina'.

La presencia de las canciones de Rafaella Carrá en la cinta contribuye a esta agradable sensación que busca el director. Las canciones de la italiana, 'la típica música que le gusta a mucha gente pero nadie escucha', aparecen en alguno de los escenarios de la película y, según su realizador, son 'la contraposición a la música de los personajes'. Constituyen, en fin, uno más en el juego de opuestos sobre el que está construida la película: la tierra frente al suelo, el hielo frente al mar y el amor frente al dolor.

El director Daniel Burman y la actriz Ingrid Rubio, el miércoles en Barcelona.
El director Daniel Burman y la actriz Ingrid Rubio, el miércoles en Barcelona.SILVIA T. COLMENERO

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Sobre la firma

Clara Blanchar
Centrada en la información sobre Barcelona, la política municipal, la ciudad y sus conflictos son su materia prima. Especializada en temas de urbanismo, movilidad, movimientos sociales y vivienda, ha trabajado en las secciones de economía, política y deportes. Es licenciada por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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