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Condenado el cliente de un bar que acosaba a una camarera

El titular del Juzgado de lo Penal número 3 de Barcelona ha condenado a un año y medio de cárcel y a tres años de alejamiento a un hombre, cliente habitual de un bar de Barcelona, que acosaba sentimentalmente a una camarera. El fiscal acusaba al procesado de un delito de obstrucción a la justicia y de una falta de coacciones y amenazas, mientras que la acusación particular le imputaba un delito de coacciones, otro de injurias y un delito contra la integridad moral, por los que solicita un total de cuatro años de cárcel. Sin embargo, el juez aprecia que únicamente concurre un delito de obstrucción a la justicia y que las coacciones eran la forma de llevarlo a cabo.

El acusado, Mariano V. B., de 57 años, era cliente del bar donde trabajaba la víctima, de 25 de años, como camarera. Como el procesado acudía habitualmente al establecimiento propiedad de los padres de la joven, se entabló entre ambos una relación de 'simple amistad', según la sentencia. Sin embargo, el procesado, llevado por el ánimo de 'ir más allá' y 'avanzar hacia una relación de tipo sexual', el 23 de marzo de 2000 se presentó en el domicilio particular de la víctima e insistió diciéndole que estaba 'obsesionado con ella' y que no pensaba irse de allí hasta que llegó una patrulla de la policía que lo sacó de la vivienda.

Enamorado de ella

La joven formalizó la denuncia por este incidente en comisaría y, dos meses después, el acusado se presentó en el bar exigiéndole que la retirara y añadiendo que si no lo hacía 'se arrepentiría', y abandonó luego el local. Un mes más tarde, el 25 de junio, volvió al bar y confesó a la joven que 'estaba enamorado de ella y que quería que abandonase a su marido para irse a vivir con él'. La joven lo volvió a rechazar, lo que provocó la 'reacción airada' del procesado que, 'afectado por su estado de embriaguez', la amenazó con que 'la mataría'.

Atemorizada por la insistente actitud del procesado, la chica se refugió en el lavabo y desde allí llamó a la policía, que se presentó en pocos minutos y lo expulsó del local sin que opusiera resistencia. El acusado no volvió a molestar a la chica hasta que en enero de 2001 recibió una notificación de las acusaciones de la fiscalía a raíz de las denuncias interpuestas por la joven. Este hecho enfureció al procesado, que volvió a personarse en el bar para que retirase las denuncias. El marido de ella lo acabó echando. El acusado padece una adicción al alcohol desde 1989, año en que se divorció.

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