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VISTO / OÍDO
Columna
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Brisa de babor

La furia con que los conspicuos de la derecha dentellean las modificaciones en el partido socialista vasco, aparte del estilo por el que se proclaman parte de la nueva literatura, parece indicar que la solución se inclinó a la izquierda. Otras decisiones de los socialdemócratas parece también que mueven una ligera brisa de izquierda, como la libertad de participación en las manifestaciones antiglobalización o un cierto regaño paternal y comprensivo hacia la pederastia de algunos desgraciados sacerdotes que van a pagar con larga cárcel el alivio vergonzoso a sus torturas de estado.

Oyendo a los católicos de Radio María -es una escucha interesante para quienes todavía tengan dudas en arrojar por la borda su fe o su clericalismo- se citaba ya frente a estas tomas de posición a la 'Checa de Fomento' y al mismísimo Stalin, q. s. g. h. La Checa de Fomento, para quienes no han aprendido la verdadera historia de España en Ricardo de la Cierva, debió de ser un lugar donde se torturaba, juzgaba y mataba a los verdaderos patriotas: checa es el nombre que los patriotas supervivientes tomaron de la 'Comisión Extraordinaria' o policía política rusa (la crearon, por cierto, los zaristas; años después fue cambiando por GPU, NKVD, MVD, KGB; Putin fue uno de sus agentes, de manera que no debía de ser tan malvada).

Lo que están haciendo los socialdemócratas que mandan en el PSOE es despertar del ensueño de formar una textura social útil con el PP. Quizá se han dado cuenta de dos cosas que parecen ciertas: una, que Aznar viaja cada vez más hacia la derecha, encabezando a sus amigos Berlusconi y Blair (González ya tuvo un deslumbramiento equívoco por Thatcher) y el nuevo Bush; la otra, que parece haber unas calles más decididas a resistir la derechización, aun sin partidos ni sindicatos, aun con grupúsculos y hasta banderas. O quizá, continuando con un tema de ayer, que algunos dormidos se despiertan un poco y que no hay un partido de izquierda parlamentaria, dejando a Izquierda Unida en el destrozo en que la dejó el devenir histórico y la acción directa del PSOE para ser admitido por la derecha (¡qué risa le dio!). Es bastante difícil que el partido socialista vaya siendo de izquierdas; pero debe empezar a contar con que el voto de la derecha no será nunca suyo, por asombrosos que resulten José María Aznar y sus toreros solanescos.

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