El hombre del Turó de l'Home
¿Se puede devolver el aspecto original a una montaña coronada por una base militar, una estación meteorológica y hasta una carretera con aparcamiento? ¿Tiene sentido hacerlo después de 70 años? ¿Qué ocurre si no hay consenso y el proyecto obliga a trasladar al único habitante de la zona? En este debate se encuentran los vecinos, amantes de la montaña e instituciones en el Montseny tras saberse que la Diputación de Barcelona, gestora de este parque natural, pretende derribar buena parte de las edificaciones que coronan el Turó de l'Home y devolver a la cima del Montseny el aspecto que tenía en 1930, antes que los humanos dejaran huella con una estación meteorológica primero y con una base militar después.
Los responsables del parque, hartos de que el Turó recuerde más a un cementerio de antenas que a un paisaje de alta montaña, lo tienen muy claro. 'Hay que naturalizar al máximo este paraje tan singular', dice el jefe del servicio de Parques de la Diputación de Barcelona. Y naturalizar comporta derribar, entre otras cosas, la estación meteorológica enclavada justo en la colina, un particular centro que presume de ser la primera estación española de mediciones de alta montaña y en la que vive el único habitante del Turó de l'Home, el meteorólogo Miquel Mesegué.
Por si el debate no fuera ya intenso, dentro de pocas semanas se le sumará una nueva voz. La Generalitat, a través del Servicio de Meteorología de Cataluña, tomará en abril el control de la base meteorológica después de muchos años de reclamarla al Instituto Nacional de Meteorología. Este traspaso significa llevar a la cima del Montseny una nueva disputa entre la Diputación de Barcelona y el Gobierno catalán. La institución provincial quiere llevar su plan adelante como sea y no cree que el cambio de propiedad del observatorio le cause problemas. Pero la Generalitat no sólo quiere mantener el observatorio, sino que un portavoz del Departamento de Medio Ambiente ha manifestado: 'Queremos potenciarlo y convertirlo en un centro de referencia de la meteorología de montaña'.
Las pasiones que despierta esta cima no son ninguna casualidad. Miquel Mesegué, el meteorólogo que vive en el Turó de l'Home desde que nació hace más de 40 años, sabe bien por qué: 'Aquí confluyen los sentimientos de los excursionistas de siempre, de los ecologistas y de quienes queremos conservar el medio sin que esto signifique desterrar a la población local'. Si a ello se le suman los valiosos datos climatológicos recogidos desde 1932, y la singular situación del observatorio, a 20 kilómetros del mar y a una altitud de 1.712 metros, se hace difícil pensar en el traslado propuesto por la Diputación hacia una cota inferior. Esta solución no convence al meteorólogo, quien considera que 'con el traslado se desvirtuarían los datos recogidos hasta la fecha'. Tampoco satisface a la Generalitat, que cree que el edificio es 'un signo más' de la montaña.
Toda una vida
Además, nadie sabe exactamente cómo era el Turó hace 80 años. 'Para muchos, el observatorio y sus antenas ya forman parte del paisaje, sólo hay que acondicionarlo mejor', dice el meteorólogo, quien no tiene ninguna intención de abandonar su casa actual. Y es que él nació aquí, donde su padre ejerció como observador durante más de 30 años. Sin embargo, repite una y otra vez que su defensa del observatorio no es nada personal. 'No quiero que el debate sea si yo debo estar aquí o no, pues yo sólo soy un elemento más; la clave de todo es que la presencia de una persona aquí arriba ha evitado muchos actos de gamberrismo contra la naturaleza, incluso los grupos ecologistas defienden la continuidad del observatorio en su situación actual'.
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