El deshielo con los nacionalistas
Aunque el congreso del PSE-EE no ha llegado a despejar algunas de las incógnitas pendientes, cabe pensar que la nueva ejecutiva de Patxi López se adentrará en la senda política de reencuentro con el nacionalismo abierta de hecho por Ramón Jaúregui en los últimos tres meses. Desde que el ex secretario general del PSE pilotó la gestora encargada de preparar el congreso, los socialistas vascos han vuelto a tender algunos de los puentes rotos con el PNV y el Gobierno vasco y ha empezado a tejer las primeras líneas de acuerdo con vistas a poder normalizar en un futuro la política de alianzas.
Durante estos meses, el PSE ha aprobado los presupuestos de las diputaciones de Vizcaya y Guipúzcoa, ha permitido con su abstención llenar con créditos adicionales el mutilado presupuesto de la propia comunidad autónoma, está a punto de favorecer la renovación pendiente de cargos institucionales y ha hilvanado en las Juntas Generales (parlamentos provinciales) otros pequeños acuerdos, provechosos en el plano interno organizativo, además de propiciar la reunión de partidos presidida por el lehendakari Ibarretxe dirigida a colocar un 'suelo cívico' bajo los concejales amenazados.
Puede hablarse ya claramente de deshielo en las relaciones con el PNV, partido que se felicita estos días del desenlace del congreso socialista, confortado por el compromiso de Patxi López de no sumar sus votos de oposición a los de Batasuna. Como ha apuntado el presidente del PNV guipuzcoano, Juan María Juaristi, los nacionalistas esperan ahora que el PSE 'entre en un escenario distinto, donde el diálogo sea una herramienta fundamental'.
Retraso de Elkarri
También los promotores de Elkarri, movimiento social para la mediación en el conflicto, confían igualmente en esa evolución socialista. No en vano han retrasado el cierre de su conferencia por la paz a la espera de los resultados de este congreso extraordinario. La postura a adoptar sobre la estrategia de Elkarri es una de las primeras cuestiones sobre la mesa de la ejecutiva de Patxi López. El siguiente asunto a abordar puede ser el proyecto de ilegalización de Batasuna que prepara el Gobierno central.
Aunque la ponencia aprobada en el congreso ratifica enteramente el compromiso del PSE-EE de avalar el Pacto Antiterrorista suscrito por el PSOE, el PP y el Gobierno, estas dos cuestiones no dejan de ser conflictivas dentro del socialismo vasco. Al priorizar la elección del secretario general, elegido en la primera jornada, la organización del congreso ha optado por restar protagonismo al debate de las ideas. Pero el problema interno del PSE es precisamente la vieja sospecha, instalada en su seno, de que las verdaderas intenciones de algunos de los protagonistas desbordan claramente el marco de las ponencias. La falta de integración orgánica de los otros dos sectores en liza deja abierta la crisis interna en un contexto trágico de persecución y asesinato, y ante un panorama político tortuoso e incierto.
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