_
_
_
_
LA CRÓNICA
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Bellísima

- Los cuerpos. Uno sabe tan poco de La Mina como de Afganistán. De lo que se deduce que a La Mina también la bombardeamos. Por mi parte, lo poco que sé es que La Mina tiene tres personajes cósmicos que han trascendido las fronteras epistemológicas de La Mina. Uno es un luchador de grecorromana que por lo visto lo ha ganado todo. Otro es Montse Cortés, cantaora. No tengo ni idea sobre flamenco, pero sí la sensación de que el cante se parece a la lucha grecorromana en que también se hace con todo el cuerpo. Y el tercero es Mónica Márquez, hasta hace cuatro días Miss Barcelona. No tengo ni idea sobre el universo Miss. Pero me parece que, como con la grecorromana o el flamenco, es un asunto de cuerpo a cuerpo. En la vida casi todo lo que no es cuerpo a cuerpo es todo lo contrario. Y todo lo contrario son combates en los que, si sólo dispones de tu cuerpo, no sabes ni siquiera dónde se desarrollan. Bueno. De los tres éxitos y de los tres oficios de los tres ciudadanos de La Mina ¿mineros? universales se deduce que, sea lo que sea La Mina, sus ciudadanos sólo pueden confiar en su cuerpo -es decir, en sus fuerzas; un cuerpo es una máquina de hacer fuerzas, por eso se arruga- para fabricarse su futuro.

Quedo con Miss Barcelona en La Mina. Hablamos en la plaza a la que da su balcón. Su madre y su novio nos miran.

- Los 'ciberotros'. Mónica Márquez es un emblema de La Mina. Y el emblema de la cibermina, a través del sitio http://www.la-mina.net. Es decir, es un mascarón de proa. Como Judith Mascó, el emblema de la Barcelona olímpica hasta que se hizo ciudadana andorrana para hacerle la pirula a Hacienda. Es curioso que en ese momento, en el que la Mascó representaba más que nunca una época, perdió su componente emblemático. Los emblemas son un lío. Por otra parte, es curioso que Internet, un sistema que debía informarte del mundo, resulta que te informa sobre tu barrio. De lo que se deduce que el mundo es tu barrio.

- Mondo Mina. En la web que habla de Mónica Márquez también se informa sobre el mundo de La Mina. Cuenta la historia de un barrio de Sant Adrià construido por Her Doktor Porcioles entre 1970 y 1972, adjudicado por el Ayuntamiento a unos futuros inquilinos de debían estar clasificados como barraquistas, dar 30.000 calas de entrada y comprometerse a un pago mensual durante 24 años. La historia de unos habitantes que llegaron de golpe, plaf, en 1973. Eran 15.133 para 2.680 viviendas. Más de seis por casa. El 70% andaluces, que venían del Camp de la Bota. El 20% gitanos. La historia de unos vecinos que en 1975 fundan su asociación de vecinos. Su primera actividad es protestar contra el rodaje de Perros callejeros, soberbia peli de De la Loma que narra la vida de El Vaquilla, nuestro Forrest Gump -nota: una protesta muy siglo XXI, un siglo en el que a los colectivos les interesa su imagen tanto o más que su realidad-. Unos vecinos que se fabrican una escuela de adultos y en cinco años rebajan un tercio el número de analfabetos. Unos vecinos que en los setenta convivieron con la heroína y en los ochenta con la coca, una droga que, al contrario que la heroína, permite a sus usuarios el tiempo libre necesario para crear mafias organizadas. Unos vecinos que vieron su lugar en el mundo cuando se filtró un informe público que estudiaba la posibilidad de demoler el barrio. La historia de un barrio que consiguió que un eurodiputado belga se interesara por ellos -lo cual indica que Barcelona está más alejada de La Mina que, pongamos, Bélgica- y presentara a la UE una propuesta de rehabilitación hecha por los vecinos de La Mina. Unos vecinos que miran con optimismo o cara de póquer extremos el Fòrum 2004. En la web, claro, también se habla de Mónica Márquez, una chica que saluda al cibernauta: 'Somos los habitantes del barrio de La Mina, en Sant Adrià de Besòs (Barcelona, España). Queremos que nos conozcan'. Que aparece fotografiada en diversos lugares del barrio: 'Aquí me podéis ver en el parque que hay detrás de mi casa'. Que aparece, de canija, fotografiada con sus abuelos: 'Cuando tenía ocho años, un amigo, vecino y medio novio me venía a buscar a casa. Mi abuelita se encargaba de espantarlo (...), le decía que el novio de su nieta tenía que tener siete hileras de dientes'. Quedo con Miss Barcelona en La Mina. Hablamos en la plaza a la que va a dar su balcón. Su madre y su novio nos miran desde el balcón. Como quien mira a un emblema. No es la cara que se le pone a uno cuando mira a Judith Mascó, ese otro emblema. Es la cara que se le pone a uno cuando mira a la guapa de la familia. Cuando uno mira a su guapa de la familia, cree en el futuro. Los países católicos, por ejemplo, visten a la guapa de su familia de novia y organizan una fiesta absurda, denominada primera comunión, que consiste en mirar a esa niña vestida de novia y creer en el futuro. Mónica, por cierto, es bellísima.

- Las chicas de las canciones. 'Vi un chiringuito del concurso Miss España en un centro comercial. Una encargada me animó a presentarme. Me rellenaron el formulario (...). En la gran final éramos 31 chicas. Gané (...). Trabajo de administrativo. No voy a dejar mi trabajo. Para hacer desfiles, tendría que dejarlo (...). La gente me conoce a partir de ser la imagen de la web del barrio (...). Me piden fotos y autógrafos, aunque en este barrio la gente te dice guapa por la calle si estás guapa (...). Me gusta que la gente sea consciente de que en el barrio no somos raros y de que hay salidas (...). Un delegado del concurso de Miss España me dijo: 'No sabíamos que eras de La Mina', como si fuera una marciana'.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_