Los políticos y el Día de la Mujer
Me gustaría referirme a la celebración del Día Internacional de la Mujer Trabajadora del pasado viernes 8, y a cómo esta conmemoración es utilizada y manipulada año tras año por la clase política. Al parecer, cada colectividad, y como es costumbre en la elaboración del discurso político general, pretende convertirse durante esta celebración en representante de las voces femeninas de cualquier país. Me pregunto si siempre tendremos que escuchar a los políticos limitar la diversa discriminación que vivimos las mujeres a diario a las relacionadas con el trabajo extradoméstico y al salario. Además debemos soportar que se refieran a las mujeres a través del típico discurso de la excelencia, caracterizado por designarnos como poseedoras de cualidades como la del esfuerzo, constancia, fortaleza y, por supuesto, el que nos valora como madres.
No es necesario que los políticos hagan muchos esfuerzos en ver qué han hecho las mujeres por la sociedad. Basta con que miren a su alrededor y a sus propias esposas, madres e hijas para ver a quienes tienen la responsabilidad -asignada socialmente- de alimentar y limpiar a la población activa de cualquier país, con todo el desgaste físico y emocional que ello implica. Un esfuerzo que sin duda no es valorado ni aún menos recompensado.
Pero siguen los políticos autodesignándose representantes delas mujeres, elaborando grandes discursos sobre la integración de la mujer al trabajo remunerado. Cuándo será el día en que los políticos aludan a la necesidad de que los hombres se comprometan con el ámbito privado, porque no es posible que las cosas permanezcan igual. Es decir, que las mujeres se incorporen mayormente en el ámbito público sin el compromiso masculino por la igualdad y la democratización en el espacio privado.
Como una forma de evaluar el compromiso con una verdadera democracia habría que preguntar de vez en cuando a los políticos cuándo fue la última vez que lavaron los platos, cocinaron, cambiaron los pañales de sus hijos, plancharon o lavaron la ropa de su familia. Porque la democracia que quieren las mujeres, y en esto me apropio del discurso de los políticos, no es una de grandes ideales y proyectos ideológicos, sino la del mundo real y cotidiano. Y éste es el mundo de nosotras.
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