Algo hermoso que contar
Con la sala llena de incondicionales, Antonio Vega volvió a reivindicarse a sí mismo, siempre con algo hermoso que contar y una voz que hace de la emoción su timbre personal. El madrileño se mostró -en el sala Galileo, el jueves- ante su público dispuesto a hacer con fe aquello que mejor le sale: cantar en una atmósfera cálida unas canciones que, con el paso de los años, no pierden su condición de maravillosas. La banda era ajustada y se movía en una levedad interpretativa que impedía que sonara una nota más alta que otra y ninguna más que la voz y la guitarra del solista. El público estaba receptivo, pendiente de las palabras que iban saliendo de la boca del cantante. En cuanto al repertorio: A medio camino, Esperando nada, Lo que tú y yo sabemos, Chica de ayer, Elixir de juventud... Un buen recorrido por el poemario de este artista singular que camina haciendo de la angustia pura materia artística de índole musical.