La cara B de la sierra
Pinares, berrocales y cien regajos adornan la ignota ladera norte del macizo de La Cabrera
Como lo demuestran los reality shows televisivos, como lo demuestran los CD, el mundo tiende a lo plano, a mostrarse tal cual es sin vuelta de hoja, sin misterio, sin cara B. Lo proteico apesta. Tener una imagen pública y otra privada es sospechoso y, lo que es peor, no interesa a la audiencia. Esse est percipi. Ser es ser retratado. Jano ha sido expulsado de la academia de los dioses por tener dos caras, y es que hasta el olimpo se ha llenado de cámaras indiscretas. Llegará el día en que la tortilla de patata, por uno de los lados, no sepa a nada. Ese día, la cara norte de la sierra de La Cabrera será borrada de los mapas para mayor comodidad mental de los usuarios.
Ese día está al caer. Examinando dos guías que tenemos en casa de rutas a pie por la sierra de La Cabrera, comprobamos que de 14 itinerarios posibles, 13 discurren por la cara sur. Es la cara pública, la que se ve según se acerca uno desde Madrid por la N-I, una faz abrupta, dinámica, fotogénica; los escaladores marcando tríceps en los paredones cortados a plomo del pico de la Miel, y los senderistas, acerada pantorrilla en los reventones de Cancho Gordo. En la cara norte, en cambio, sólo marcan músculo los picapedreros que aprovechan para destripar la montaña sin ecologistas a la vista. Pues vive de espaldas al mundo, se le llama el Espaldar.
En esta umbría cunden el pino resinero (repoblado) y el enebro (autóctono)
Lejos de ser huraña y arisca, la ladera del Espaldar es muy amable, suave y andadera, sobre todo si se compara con los precipicios de 300 metros de la sur. Otra diferencia con la solana es que aquélla está pelada, y en esta umbría cunden el pino resinero (repoblado) y el enebro (autóctono). Allí, por último, no hallaréis un venero que llevaros a los labios, mientras que aquí docenas de regajos tributarios del arroyo Jóbalo -afluente del Lozoya- se escurren sobre lanchas de granito que relumbran como soles cuando el de verdad traspone la sierra con su corte celestial de buitres. No le falta de nada al Espaldar. Excepto publicidad, que hoy en día lo es todo.
Desde el pueblo de La Cabrera, vamos a aproximarnos al Espaldar en coche por la carreterilla medio abandonada que corre paralela a la autovía N-I, por el lado derecho (dirección Burgos), y que la cruza pasado el kilómetro 62 por un puente con pretiles azules. Al otro lado nace la pista forestal por la que avanzaremos a pie por el pinar manteniendo una altura casi constante y gozando en los claros con el panorama del valle del Lozoya y las cimas de Somosierra.
Berruecos heridos por los hierros del cantero y guerrillas de enebros que van ganando terreno al pinar invasor jalonan esta pista que nos llevará con rumbo oeste por la base del Espaldar hasta que, a una hora del inicio y a 400 metros justos de la vía del ferrocarril Madrid-Burgos, nos desviemos por otra que surge en ángulo cerrado a la izquierda y sube fuerte. En media hora más, cuando esta nueva pista alcance su máxima altura, la dejaremos por una senda que aparece marcada con hitos a mano derecha. Y, cerca ya del filo de la sierra, volveremos a desviarnos hacia la izquierda por otro sendero que conduce sin pérdida posible hasta el pico de la Miel.
Como un tsunami petrificado en el instante de ir a romper sobre los tejados de La Cabrera, así es esta sierra vista desde el pico de la Miel: la cara sur es la cresta hirviente de granitos; el Espaldar, el lomo orondo de la onda pétrea, ajeno a la violencia de aquélla, y, al fondo, el embalse del Atazar con sus veleros matriculados en Cervera de Buitrago, lo más parecido al mar que hay en Madrid.
Antes de llegar al pico, habremos observado ladera abajo los restos achicharrados de dos excavadoras que participaron en la extinción del incendio que arrasó esta zona en el verano de 2000, así como el camino que abrieron y que nos va a servir para bajar por la zona quemada hasta el depósito de agua de Cabeza Mala -cuya cubierta plana es visible desde el pico, justo al norte-, desde donde, por mejor camino aún, descenderemos a la pista y el puente del principio.
Una marcha de dificultad media
Dónde. La Cabrera se halla a 59 kilómetros de Madrid, junto a la carretera de Burgos (N-I). Hay autobuses de Continental Auto (Tel. 91 314 57 55) desde el intercambiador de la plaza de Casti-lla. Para llegar al punto inicial de la ruta hay que salir de La Cabrera en dirección a El Berrueco, doblar a la izquierda nada más pasar bajo la autovía y continuar dos kilómetros por la carretera que corre pegada a ésta hasta cruzarla nuevamente por un puente.
Cuándo. Marcha circular de 12 kilómetros y unas cuatro horas de duración, con un desnivel de casi 400 metros -punto inicial, 1.000 metros; pico de la Miel, 1.392- y una dificultad media, recomendable para épocas no muy calurosas, por serlo en exceso la zona.
Quién. Domingo Pliego es autor de La sierra de la Cabrera y sus alrededores, editada por Desnivel y que describe una variante de esta ruta, subiendo por el Espaldar al collado del Alfrecho.
Y qué más. Es recomendable, aunque no imprescindible, llevar la siguiente cartografía: hoja 19-19 (Buitrago del Lozoya) del Servicio Geográfico del Ejército, o la equivalente (484) del Instituto Geográfico Nacional; también, mapa Sierra norte, de La Tienda Verde (Maudes, 23 y 38; Tel. 91 534 32 57).
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