Un camino de alquitrán para salvar del barro a las autoridades
Más de un vecino que a lo largo de esta semana pasó por la carretera de Barcelona, al lado de la M-45 inaugurada ayer, se fijó en unas extrañas obras que allí se llevaban a cabo. ¿Qué construían, día y noche, un pelotón de obreros iluminados por unos potentes focos? La respuesta llegó ayer. Los trabajadores levantaron, para el solemne acto de la inauguración de la M-45, dos grandes carpas blancas, parecidas a las de los circos, con servicios y todo, en las que cupieron todos los invitados: más de 300. Allí se pronunciaron los discursos y allí agasajó el presidente regional, Alberto Ruiz-Gallardón, a su invitado de honor: el príncipe de Asturias.
Pero los obreros no sólo levantaron las carpas. También alquitranaron una explanada de unos 300 metros cuadrados que sólo ha servido para una cosa: para albergar las carpas y para que los invitados se desplazaran desde allí a la carretera y a la inversa, sin mancharse de barro. Dentro de las carpas se instaló una pantalla gigante que informaba a los asistentes de lo que tenían al lado: la flamante M-45.
Los organizadores montaron también, en el otro extremo de la carretera, pasarelas alfombradas en rojo alrededor del monolito que contenía la placa conmemorativa a la inauguración. Los organizadores del evento llevaban tres días solicitando partes meteorológicos para saber si iba a llover. Efectivamente, llovió.
Fuentes de la Consejería de Obras Públicas aseguraron desconocer el coste del montaje, pero precisaron que no ha supuesto ni un euro a las arcas regionales, ya que todos los gastos corrieron a cargo de las empresas que han construido la nueva autovía.
Los tres primeros vehículos que pasaron por la M-45 fueron tres autobuses: en el primero viajaban las autoridades, incluidos el Príncipe y Ruiz-Gallardón, que sirvió al primero de guía turístico; en el segundo se desplazaron los 'periodistas gráficos', según uno de los organizadores, y en el tercero, 'los periodistas literarios'.
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