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Bush firma un plan de estímulo económico con menor acento fiscal

Sólo con una reducción de los recortes fiscales se consiguió finalmente el acuerdo: el presidente de EEUU, George Bush, firmó este fin de semana el plan de estímulo económico que pretende reactivar una economía que, paradójicamente, ha comenzado por sí sola la remontada. Únicamente se incluyen recortes de impuestos modestos para sectores empresariales concretos a cambio de la creación de empleo, un compromiso que permite salvar la cara a quienes comenzaron pidiendo reducción fiscal masiva no sólo para las corporaciones, sino para los individuos.

El acuerdo mejora las precarias condiciones a las que se ven condenados quienes pierden su empleo. Las ayudas al desempleo sumarán 13 semanas a las 26 que contempla la legislación actual, con una extensión automática en los Estados con altos niveles de paro.

El plan de estímulo también incluye ayudas específicas a la reconstrucción empresarial del sur de Manhattan. La extensión de beneficios al desempleo costará 8.500 millones de dólares este año (más de 9.300 millones de euros); los recortes fiscales tendrán una factura de 43.000 millones. Aun así, las medidas tendrán un coste final de 'sólo' 42.000 millones de dólares en los 10 próximos años porque la reducción fiscal generará ingresos públicos en el futuro.

Pagar facturas

Según Bush, las medidas 'permitirán que quienes perdieron su trabajo por la recesión o por las consecuencias del 11 de septiembre tengan más tiempo para pagar sus facturas y sustentar a sus familias mientras buscan trabajo. Y para que la gente encuentre empleos', dijo Bush, 'las empresas tienen que ofrecerlo. Por eso esta nueva ley proporciona incentivos fiscales a las compañía que creen puestos de trabajo mediante la inversión en factorías y en equipamiento'.

La Cámara de Representantes aprobó el paquete de medidas por 417 votos contra 3. El Senado, cuya mayoría demócrata había bloqueado versiones anteriores del plan, aprobó por 85 votos contra 9 el texto consensuado. El plan se envió con urgencia a la Casa Blanca para que Bush pudiera montar apresuradamente la ceremonia de firma presidencial; él, igual que los legisladores, no esconde la necesidad política de tener un plan aprobado y firmado para presentarlo hoy a la opinión pública en las ceremonias que recuerdan el dolor del 11 de septiembre.

Para que el Senado lo aceptara, la Cámara de Representantes tuvo que moderar las reducciones fiscales propuestas por Bush y defendidas a ultranza por los republicanos. Los demócratas, conscientes del poder que les otorga su mayoría en el Senado, bloquearon esa revolución fiscal con el argumento de que haría más ricos a quienes ya lo son. Al mismo tiempo, necesitaban alguna medida de alivio fiscal para no parecer excesivamente estrictos ante los electores.

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