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Crónica:La jornada de Liga | FÚTBOL
Crónica
Texto informativo con interpretación

Clemente doblega a Toshack

El Tenerife, práctico y preciso, consigue el triunfo frente a una Real sin rumbo

Los partidos recalentados suelen tener mala digestión. Javier Clemente y John Toshack decidieron, por su cuenta y riesgo, meter el encuentro en el microondas y cuando se ofreció en la mesa de Anoeta despedía mal olor. Nada de sabor, mucha carne de pescuezo, poca elaboración. Las palabras produjeron pocos frutos futbolísticos.

El Tenerife, encorajinado y bravío, como su técnico, salió con la lección aprendida: escalonamiento razonable, presión agobiante y un manejo solvente del balón, bien tramitado por Bino y Hugo Morales. Era una cuestión de actitud, un efecto inmediato del espíritu clementista que acobardó a la Real Sociedad, incapaz de jugar al fútbol y, lo que es peor, de saber a qué jugaba, más allá de la conexión inteligente entre De Pedro y Aranzabal.

REAL SOCIEDAD 0| TENERIFE 2

Real Sociedad: Westerveld; Tayfun, Kvarme, Luiz Alberto, Aranzabal; Nihat (Khokhlov, m. 24), Aranburu, Xabi Alonso (Llorente, m. 69), De Pedro; De Paula y Kovacevic (López Rekarte, m. 61). Tenerife: Julio Iglesias; Basavilbaso, Charcos, Alexis, Bermudo; Martí, Jaime (Muñoz, m. 57), Hugo Morales (Bassedas, m. 51), Bino; Marioni (Xisco, m. 63) y Fuertes. Goles: 0-1. M. 17. Marioni transforma por la escuadra un libre directo. 0-2. M. 88. Penalti por agarrón de Luiz Alberto a Fuertes, que transforma este último de tiro durísimo. Árbitro: Ramírez Dominguez. Amonestó a Martí, Charcos y Bermudo, del Tenerife, y a Aranburu y Luiz Albertode la Real.Unos 20.000 espectadores en el estadio de Anoeta.

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En esas estaba el partido, en un ir y venir con más pulmón que cerebro, cuando Marioni se pidió una falta desde fuera del área y sacó un zurdazo preciso, directo, contundente, que Westerveld vio pasar con toda la impotencia del mundo. Fue un ramalazo de inteligencia en un partido muscular.

Las urgencias son malas consejeras y el Tenerife, acuciado y angustiado, decidió inconscientemente conservar un botín inesperado con toda la humildad y la pobreza del mundo, es decir, refugiándose en la cueva y confiando a Alexis el desagüe de las oportunidades sucesivas de la Real.

Toshack, de por sí soberbio en asuntos futbolísticos, decidió reconocer su error y a los 24 minutos retiró del campo al inoperante Nihat (su último fichaje turco) y dar entrada al castigado Khokhlov. Y cambió el partido. Ante un muro, como el que construyó el equipo de Clemente, la inteligencia suele ser el mejor argumento. El ruso electrizó el ataque realista y otorgó un curso de quince minutos sobre cómo jugar de media punta. Lo malo para la Real es que no sacó partido del manantial de ingenio que desbordó, durante un rato, el proscrito de Toshack, porque Kovacevic sólo es identificable con aquel futbolista de lujo en el nombre que luce a su espalda. Es el mismo hombre de entonces, pero el futbolista es diferente: lento, torpe, generalmente descolocado. La única noticia del yugoslavo fue en el momento de la sustitución: Kovacevic se fue disgustado, sin entender nada, como nadie entiende qué transformación ha sufrido aquel tanque imparable que salió de Anoeta.

Al más puro estilo de Clemente, el Tenerife entendió el mensaje: proteger el resultado aún a costa de desentenderse del balón. Para los agujeros estaba Alexis, intratable todo el partido; para la estrategia, estaba Clemente, dosificando el centro del campo, refrescando a los delanteros, dando, en suma, confianza al equipo para sobrevivir al previsible acoso de una Real Sociedad furiosa.

Toshack, en su duelo con su ex amigo Clemente, apeló a los costados, pero nunca encontró soluciones en su equipo. Quizá no las había, quizá no las encontró. Lo cierto es que perdió su duelo particular con Clemente y el general con el Tenerife, un rival directo para el descenso. No fue una buena noche para el galés, que nunca dió sensación de dominar al colectivo, ni de transmitir la energía que su agónico equipo reclama.

Y llegó el segundo gol del Tenerife, casi sin buscarlo, en un penalti de Luiz Alberto, un nuevo caso de desajuste defensivo. La Real ya había sucumbido a la presión y al Tenerife

JAVIER HERNÁNDEZ

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