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Reportaje:

'No murió por amor al arte'

El condenado por el crimen de la Villa Olímpica ni implica ni exculpa a los otros 9 acusados

'Cuando hay un muerto por medio nadie es culpable, todos son inocentes'. Lo dijo ayer Valentín Moreno, condenado a ocho años de internamiento por el crimen de la Villa Olímpica y que ayer acudió a la Audiencia de Barceona a declarar como testigo en el juicio que se sigue contra los nueve acusados mayores de edad. Y lo hizo con gran desparpajo, eludiendo cualquier pregunta que pudiera incriminar, pero también exculpar a sus amigos, excepto a uno. 'Por el único que pondría la mano en el fuego es por Jonathan'. A De la Rosa, que es así como se apellida el amigo, 'no le gustan las peleas', según Moreno, y eso le lleva a pensar que no cree que propinara ningún golpe a Carlos Javier Robledo la madrugada del 1 de abril, a la salida de la discoteca Back Fire del Puerto Olímpico.

Con todo, Moreno también dejó algo claro: 'No creo que el chaval muriera por amor al arte. Son cosas del destino', añadió en otro momento de su declaración. 'Si supiera quién lo ha hecho, lo diría aquí mismo', añadió. Él reconoce que golpeó en la cabeza a Robledo con el puño porque pensaba que iba a robar un coche en compañía de otros dos amigos y que la chaqueta que tenían entre manos la habían sustraído. En realidad esa chaqueta la había robado el también acusado Juan María Fernández Gascón dentro de la discoteca y la había dejado junto a los vehículos, como cebo para iniciar una pelea.

Los abogados de las defensas recordaron que Moreno fue campeón de Cataluña de lucha libre y que un golpe suyo podría ser mortal. 'No soy médico', repitió hasta cuatro veces. La presidenta del tribunal permitió que el testigo se quitara su chaqueta, pero pronto advirtió a la policía que le pusieran las esposas. 'Usted, lo único que tenía era calor', dijo la juez.

Según el relato de Valentín Moreno, después de golpear a Robledo éste cayó al suelo y aquél persiguió a otro amigo de éste, Juan Carlos B. Cuando le alcanzó, le dio dos patadas, volvió al aparcamiento y los demás ya se iban. De regreso a La Mina, no dieron importancia a lo ocurrido.

Un testigo de los hechos explicó ayer que vio a un grupo de personas 'como si estuvieran chutando' por el movimiento de caderas que tenían, aunque no pudo ver qué pateaban porque estaban en círculo. La autopsia constató que Robledo tenía golpes en todo el cuerpo, de la cabeza a los testículos. Hoy declaran los dos acompañantes de Robledo.

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