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Reportaje:

Un mapamundi en el tablao

Los cursos del Festival de Jerez congregan a 400 alumnos de más de 20 países

El teatro Villamarta se convierte en estos días en una réplica de la torre de Babel, pero con lunares y bata de cola. Los organizadores del Festival de Jerez han vuelto a comprobar la irresistible atracción que ejerce el flamenco más allá de nuestras fronteras. Más de 400 personas de 23 países diferentes participan este año en los 18 cursos programados por el festival y dedicados en exclusiva al baile flamenco. No les ha importado ni la distancia, ni las horas de aeropuerto, ni el desembolso económico; han metido su ilusión y su alma en la maleta y se han venido a Jerez para ver y oír de cerca el latido de la cultura andaluza. La relación de nacionalidades recuerda a una multitudinaria asamblea de la ONU. Vienen desde Ucrania, Noruega, Japón, Puerto Rico e, incluso, de España, aunque esta procedencia, afirma irónicamente Javier Latorre, uno de los profesores, 'es la más exótica y extraña de ver'.

Las hermanas Magdalena y Carolina Lizarraga han dejado su Venezuela natal por dos semanas para asistir a los cursos. 'Estamos fascinadas', dice Magdalena, 'es mucho mejor de lo que imaginé, es una formación muy completa porque, además de las clases, tenemos las tertulias y los espectáculos'.

Su hermana Carolina regenta en Caracas una academia de baile que tras 25 años de vida se ha convertido, al mismo tiempo, en una productora a través de la cual muchos artistas españoles han visitado este país suramericano. Habla con auténtica pasión del flamenco. La expresión de su mirada y el movimiento de sus manos la delatan como una enamorada de la cultura andaluza. 'El flamenco tiene ese duende que te apasiona, es un no sé qué, que no puedes definir, pero es una sensación que hace que te palpite el corazón y que no lo tiene ninguna otra forma de expresión artística y de baile', cuenta sin parar de gesticular.

Los orientales ganan por mayoría entre el grupo de cursillistas. Reyko es un claro ejemplo de ello. Está en Jerez con dos compatriotas japonesas y ya imprime un peculiar acento andaluz al poco castellano que ha logrado aprender. Conoció el flamenco en un viaje a Granada y no se lo pensó dos veces cuando hace unas semanas le propusieron asistir al festival. Tiene la sensación de que 'aquí todo el mundo es bailaor y canta', y confiesa que se quedaría a vivir en Andalucía. Ella acaba de arrancarse en el aprendizaje del baile flamenco, todo lo contrario que Vida, una norteamericana de padres lituanos que vive en Holanda y que acude por cuarto año consecutivo a esta cita. 'Empecé bailando sevillanas en Chicago', cuenta, 'y ya hace 26 años que me dedico a esto'. Esta profesora convertida en alumna durante el festival tiene muy claro que la técnica del baile se puede aprender en cualquier lugar del mundo, pero también sabe que el flamenco tiene muchos más ingredientes: 'Hay que venir a Andalucía para aprender, no los pasos, pero si la manera de ser y de vivir, el sentido del humor y muchas cosas que rodean esta cultura'.

María José Rico, una joven portuguesa, asiente mientras escucha a su amiga Vida, quien la introdujo hace un par de años en el baile flamenco. Como la gran mayoría asegura que volverá 'siempre que pueda' a Jerez.

De la bulerías a la bata de cola

Son 15 los maestros del baile que conforman la columna vertebral del Festival de Jerez que, además de los cursos, incluye en su programa numerosos espectáculos, actuaciones y debates en el propio teatro Villamarta y en otros escenarios de la ciudad. Matilde Coral, Angelita Gómez y Javier Latorre son algunos de los encargados de hacer llegar a los cursillistas el sabor y el ritmo de la tierra. Los tres coinciden en aplaudir el nivel con el que llega la mayoría de los alumnos a los cursos. 'No se ha visto al amateur; los que han venido son artistas, son gente que sabe bailar', comenta Matilde Coral, quien este año ha enseñado el complejo movimiento de las alegrías y las siguiriyas con la bata de cola. La bailaora Angelita Gómez ha centrado las clases en la bulería de Jerez y, aunque califica de 'fenómenos' a sus alumnos, piensa que 'les falta esa poquita de sangre de aquí'. 'Pero ponen un amor al flamenco increíble', añade al instante. Javier Latorre, por el contrario, asegura que el lugar de origen del artista es lo de menos: 'La capacidad de transmitir emociones es internacional'. Latorre, que sólo ha contado con una española entre sus 25 alumnos, ha dedicado sus esfuerzos a enseñar la técnica y el estilo de la soleá por bulerías. Merche Esmeralda, Antonio El Pipa y Belén Maya serán los que continúen hasta el 11 de marzo llevando pizcas de cultura a cada rincón del mundo.

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