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Reportaje:

Un ladrón de arte con doble personalidad

Anulada la condena por el robo del 'Beato de Liébana' porque el ladrón, fugado, no es quien dijo ser

El caso del robo del Beato de Liébana, el valioso códice del siglo X robado en 1996 del Museo Diocesano de La Seu d'Urgell (Lleida), tiene todos los ingredientes del argumento de una buena película de enredo y misterio. El último capítulo del guión se acaba de escribir en una sala del Tribunal Supremo, que no ha tenido más remedio que anular la condena de cuatro años de prisión impuesta en 1998 por la Audiencia de Lleida a un impostor -el verdadero ladrón- que utilizaba el nombre de un ciudadano francés que nada tuvo que ver con el robo. El condenado escapó de la prisión de Lleida en 1998 y desde entonces se ignoran su paradero y su verdadera identidad.

Nadie sabe aún quién es la persona que durante casi seis años se hizo pasar por Gilbert Julien Ollier. Consiguió engañar a todo el mundo: a los policías que investigaron el robo, a los jueces que instruyeron la causa y le condenaron, a los funcionarios de la prisión de Lleida que le custodiaron hasta que decidió no regresar de un permiso e incluso a su amante, la persona que le delató en 1997 y le acusó ante la Guardia Civil de ser el cerebro del robo del códice, valorado en más de 2.000 millones de pesetas.

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El monumental embrollo se descubrió hace un año cuando el auténtico Gilbert Julien Ollier fue detenido en el aeropuerto de Barajas y oyó atónito que se le acusaba del robo del manuscrito y de quebrantamiento de condena, dos cargos que negó con tanta rotundidad que hasta los policías se olieron que algo no cuadraba en aquella historia. Las huellas dactilares y otras comprobaciones rutinarias sirvieron para deshacer el esperpéntico error y demostrar que el famoso ladrón del Beato de Liébana y el detenido en Barajas eran personas distintas. Esta situación sin precedentes ha obligado al Supremo a anular la condena hasta que vuelva a ser detenido y juzgado el verdadero autor del robo.

Ahora la policía tendrá que retomar desde el primer capítulo la sorprendente historia. Pero no lo tendrá nada fácil porque de él tiene la fotografía, pero no su identidad, y además no se descarta que haya cambiado de imagen. La pista del cerebro del robo del Beato de Liébana se perdió en noviembre de 1998 cuando huyó del centro penitenciario Ponent de Lleida, donde cumplía condena en régimen abierto y adonde sólo acudía para pernoctar. Contra él existe una orden internacional de busca y captura. Se sospecha que el falso Gilbert Julien Ollier pueda estar disfrutando de los beneficios obtenidos con la venta del códice en Brasil, desde donde escribió una carta a los funcionarios de la prisión leridana para agradecerles el trato recibido durante su estancia en la cárcel. Su comportamiento fue en todo momento ejemplar, se ganó la confianza de la dirección e incluso ganó un premio de poesía en catalán.

El valioso manuscrito fue sustraído del Museo Diocesano de La Seu d'Urgell el 29 de septiembre de 1996. Dos encapuchados entraron en el edificio, situado junto a la catedral, y tras maniatar a la encargada de atender las visitas se llevaron el códice de la vitrina donde estaba expuesto al público. La espectacular acción apenas duró un minuto y la Guardia Civil logró recuperarlo cuatro meses después en la consulta de un psiquiatra de Valencia. Fueron inculpadas 10 personas, de las que sólo siete fueron condenadas, entre ellas el impostor que en el momento de ser detenido dijo llamarse Gilbert Julien Ollier.

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Las investigaciones policiales demostraron que él fue el cerebro del robo y la Audiencia de Lleida lo condenó a cuatro años de prisión. Las penas para los otros implicados fueron menores. La sentencia declaró probado que este individuo, de 43 años, conocedor y estudioso del arte, propuso a su compañero sentimental, Fernando Gómez Martín, y al hermano gemelo de éste, Carlos, la sustracción del códice, lo que realizaron con otros tres complices.

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