Al bajar del podio
Pentinel miraba las portadas de los periódicos locales de los últimos días nada más llegar al aeropuerto sevillano de San Pablo y no salía de su asombro. '¿A ver, a ver? ¡Yo lo flipo!', exclamaba pasando rápido las páginas plagadas de fotos suyas y de sus compañeros. 'Yo es que no sabía que una medalla acarreaba tantas cosas nuevas. Alucino', reconocía.
Juan Antonio Pentinel, medalla de plata en los 3.000 metros de los Campeonatos de Europa de Atletismo en pista cubierta que se celebraron este fin de semana en Viena, y Antonio Reina, bronce en los 800 metros, aterrizaron a mediodía de ayer en Sevilla. El primero, teñido de rubio por una apuesta; los dos con el chandal oficial de la Selección Española, una mochila a la espalda de la que sobresalía un ramo de flores y las medallas guardadas en los bolsillos.
'Lo que no sé es cuándo voy a poder disfrutar de lo que está pasando', dice Pentinel
'¿Nos las ponemos o las aguantamos?', preguntó Reina cuando se encontraron de frente con el batallón de fotógrafos y cámaras que les esperaban. Al final, con los nervios, se le cayó el tesoro al suelo y se le salió de la cinta. Unos minutos para arreglar el desaguisado y vuelta a posar. Después de tres días triunfadores, les sobra desparpajo.
'Esto va para la familia, la novia, el preparador físico y el entrenador', afirma Pentinel, 'y la camiseta con el dorsal que llevé en la prueba, para el ayuntamiento de San Juan [de Aznalfarache, el pueblo sevillano en el que vive]'. 'Lo que no sé es cuándo voy a poder disfrutar de todo lo que está pasando. Creo que, por lo menos, hasta que no acabe el mundial de cross ni me voy a enterar', asegura.
Hoy está invitado al palco del Santiago Bernabéu para presenciar en directo la final de la Copa del Rey entre el Deportivo y el Real Madrid, su equipo de toda la vida. El viernes, tiene cita en la Moncloa, junto a otros medallistas, para comer con el Presidente del Gobierno, José María Aznar; el sábado, debe estar en Vitoria para participar en el Campeonato de España de Cross. 'Me voy a tener que escaquear de algo porque de verdad que es que no voy a poder aguantar', se lamenta. Casi seguro de que se quedará sin el partido de esta noche, pero el Real Madrid le tiene ya reservada entradas para Glasgow si llegan a la final de la Liga de Campeones.
Reina, mientras tanto, prefiere olvidarse de su agenda y disfrutar del momento. 'Aquello ha sido muy bonito, pero ya teníamos ganas de llegar a España, comer bien y escuchar una televisión en la que hablaran en español', bromea el atleta, de 20 años y natural de Osuna. Hace una semana 'ni soñaba' con acercarse a la marca que consiguió en Viena. 'Teníamos previsto hacer 1m. 48s y nos ha salido 1m 45s', puntualiza exultante.
Junto a Pentinel y Reina, llegó también Manuel Olmedo, el único sevillano que se quedó fuera del medallero. Mantiene la sonrisa a duras penas para no aguar la fiesta, pero se le nota molesto. 'No me han salido las cosas como esperaba', reconoce. 'Pero lo que tengo claro es que he cogido experiencia y que tengo 18 años y soy el atleta más joven de la historia que ha ido con la Selección Nacional absoluta', apunta.
Apenas una hora después, en la Estación de Santa Justa, se agolpan casi un centenar de amigos y familiares de Raúl Fernández, oro en salto de longitud. Sus compañeros del Instituto Jacaranda de Brenes animan la espera al grito de '¡8,22; 8,22; 8,22!', los metros que voló Raúl el sábado y que le valieron el oro.
Cuando el atleta baja del Ave y aparece por la rampa mecánica con la medalla colgada del cuello, estalla la euforia. Le cogen a hombros. Le mantean. Le aplastan a base de abrazos. 'Hemos demostrado que el atletismo es un deporte que gusta y llena pero necesitamos ayuda para que la gente siga disfrutando', insinúa Raúl con la intención de que lo escuchen las autoridades deportivas. 'Los tres acabamos de despegar, así que más vale que apuesten por nosotros porque vamos a dar mucho', advierte.
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