Mejor ser morales

Tras su instructivo volumen de ética para niños y adolescentes, El libro de Manuel y Camila (Gedisa), el filósofo Ernst Tugendhat (Brno -República Checa-, 1926) publica ahora en castellano una nueva compilación de ensayos y conferencias relativamente recientes y de breve extensión. Se trata, por lo demás, de un acertado complemento a Ser-Verdad-Acción (Gedisa) que contiene asimismo ensayos variados y que datan de épocas anteriores a 1992.

Los 15 trabajos que comprende el volumen aparecen agrupados bajo cuatro rúbricas diferentes. Con el título Problemas ético-políticos se abordan temas esenciales que la reflexión ética actual debe considerar de manera prioritaria a fin de encarar con éxito cuestiones esenciales relativas a la convivencia dentro de la sociedad occidental. Así, la dicotomía existente entre identidad personal, particular y gregaria, con el trasfondo del conflicto entre nacionalismo y universalismo, la trata Tugendhat desde una perspectiva conciliadora y cifrada en el respeto mutuo. La pertenencia a una comunidad más reducida por parte del individuo aislado puede ser saludable si ello evita que caiga en el desánimo o el desfondamiento de una identidad demasiado diluida en lo general. Sin embargo, jamás debe perderse la perspectiva de una relación abierta y universal con el resto del mundo. En este contexto social se enmarca la controversia acerca de los derechos humanos y el dilema de si será posible fundamentarlos frente a quienes los consideran una 'invención' de la cultura occidental. El debate sobre la conveniencia o no de la eutanasia -Tugendhat es un decidido defensor de la muerte digna- constituye un problema mayor acerca del cual la teoría ética tiene todavía mucho que debatir.

Una aguda reflexión sobre el poder como elemento anulador del individuo independiente la aborda el filósofo en una conferencia que tuvo resonancia en la prensa internacional acerca de las innegables similitudes entre el complejo pensamiento de Nietzsche y algunos burdos trazos -harto peligrosos- del ideario político de Hitler; principalmente, Tugendhat se centra en reflexiones acerca de ciertas ideas compartidas por ambos -el bienintencionado pensador y el zafio asesino-, tales como esa terrible concepción de la Justicia entendida como el privilegio del más fuerte, ese odio a la igualdad de derechos de todos los seres humanos o el desdén por la democracia. Salvando las distancias entre uno y otro personaje, Tugendhat radiografía las coincidencias, pero sin caer en la simpleza de culpar a Nietzsche de los horrores del nacionalsocialismo.

En el segundo apartado, Problemas de la fundamentación de la moral, el filósofo de origen judío aborda su especialidad: los fundamentos de la ética autónoma que elude amparos religiosos. ¿Cómo se justifican los juicios morales? ¿Cómo se justifica la moral misma? ¿Por qué habrá de ser mejor ser morales que dejar de serlo? ¿Tenemos buenas razones para considerar correcta, precisamente, nuestra moral? La elección de Tugendhat es muy clara: mejor actuar moralmente que dejar de hacerlo, y ello, aunque sea únicamente a raíz de la evidencia generalizada de que la mayoría de las personas detestamos los comportamientos inmorales.

Bajo el título Antropología filosófica se halla, en primer lugar, un enjundioso ensayo acerca del gran misterio de la muerte. ¿Por qué deseamos vivir largo tiempo? Tugendhat responde que a fin de aprovechar la oportunidad de otorgarle a nuestra vida un sentido o, incluso, para dotarla 'de más sentido'. A continuación, y en la misma estela, aparece otra vez Nietzsche al tratar la trascendencia y el ser humano; y, al hilo de estas reflexiones, otro estupendo trabajo aborda los sentimientos religiosos y la mística.

La cuarta sección del volu

men es un regalo para los estudiosos de Heidegger, pues aporta varios textos críticos sobre aspectos del pensamiento del filósofo de la Selva Negra. Tugendhat era un adolescente cuando leyó Sein und Zeit, la obra principal de Heidegger, y la lectura de este libro misterioso y enojoso a la vez agudizó su interés por la filosofía y lo empujó a trasladarse a Alemania, en 1946, con el propósito de estudiar directamente esta disciplina bajo el auspicio de distinguidos heideggerianos; además, trató al propio Heidegger. Tugendhat quedó fascinado ante el ya tópico poder de seducción del gran prestidigitador del pensamiento. Con los años, se liberó de su influencia y hoy debe contársele entre los más lúcidos y respetuosos desenmascaradores del maestro.El volumen es denso, pero el estilo de Tugendhat, sencillo y diáfano, así como su capacidad de argumentación, lo dotan de un aceptable grado de accesibilidad incluso para lectores con poca formación filosófica.