El Gobierno y el positivo
El positivo de Johann Muehlegg en los Juegos de Salt Lake es uno de los capítulos más deplorables en la historia del deporte español, por lo que supone de fraude a la ética de la competición y por el tremendo nivel de exposición mediática que alcanzaron sus medallas. Entre los centenares de atletas sometidos a controles en los Juegos, a Muehlegg le cabe el dudoso honor de ser el primer campeón olímpico descalificado por doparse con EPO, en este caso, un producto de última generación que de ninguna manera puede ser producido por el organismo humano. Este notorio caso de trampa ha puesto a prueba los reflejos y las ideas de los dirigentes del deporte con relación a la lacra del dopaje. Y también de los representantes del Gobierno que se han animado a hablar sobre el asunto, con el presidente Aznar a la cabeza.
La respuesta ha sido tan decepcionante que compromete la imagen de España ante la comunidad internacional del deporte. Ni la ministra del ramo ni el secretario de Estado para el Deporte han condenado el comportamiento tramposo de Muehlegg. Pilar del Castillo prefiere orillar la sombra que proyecta el caso sobre toda la actuación del esquiador. Cuando dice que 'las dos medallas anteriores no estaban afectadas [por el dopaje] al haber pasado todos los controles exhaustivos que tenía que pasar' olvida que Muehlegg fue sometido a un análisis específico de EPO por los sospechosos indicios que había ofrecido en los controles anteriores. Olvida igualmente que el fraude de Muehlegg también es un engaño al Estado, que le paga una importante cantidad de dinero para entrenarse, no para doparse. Si la ministra no comprende ese vínculo es por desconocimiento o porque no desdeña la satisfacción de contabilizar dos medallas desacreditadas moralmente, según la expresión del presidente del Comité Olímpico Internacional.
También resulta sorprendente la tibieza de Juan Antonio Gómez Angulo, secretario de Estado para el Deporte, que ha proclamado públicamente su voluntad de luchar contra el dopaje, pero sin condenar la actuación de Muehlegg. Por lo visto, los responsables del deporte español han llevado más lejos de lo debido las palabras de Aznar: 'No dejéis solo a Muehlegg'. Está bien proteger a un deportista español en los trámites legales, no dejarle abandonado a su suerte, pero es una irresponsabilidad que las instituciones oficiales transmitan la sensación de que minimizan y casi amparan la trampa.
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