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Un ataque contra una mezquita shií en Pakistán causa 10 muertos

El presidente Musharraf promete un 'castigo ejemplar' a los autores

Diez personas murieron ayer y 15 resultaron heridas en el ataque contra una mezquita shií en Rawalpindi, la antigua capital paquistaní, cercana a la actual, Islamabad. Ésta es la manifestación de violencia sectaria más grave que sucede en Pakistán desde la ofensiva del Gobierno contra los integristas islámicos. El presidente Pervez Musharraf aseguró que los 'responsables serán encontrados y recibirán un castigo ejemplar'.

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La policía paquistaní informó de que tres hombres pertrechados con armas automáticas llegaron en una motocicleta a las puertas de la mezquita shií de Shah-Najaf. Dos de ellos irrumpieron en la sala central, en la que en ese momento había congregada una treintena de fieles que rezaban, contra los que los terroristas abrieron fuego indiscriminadamente con sus armas automáticas.

El secretario paquistaní de Interior, Tasneem Noorani, reconoció que se trataba de un acto sectario. Pakistán cuenta con 145 millones de habitantes, en su gran mayoría musulmanes de culto suní. Los enfrentamientos entre suníes y shiíes son frecuentes, al igual que los ataques sangrientos contra la minoría shií. La vioilencia sectaria se cobró más de 400 vidas en 2001. 'Haremos todo lo posible para eliminar este terrorismo', declaró Noorani.

El presidente Musharraf, que, presionado por India y Estados Unidos, anunció el 12 de enero una ofensiva contra el extremismo islámico, se declaró 'profundamente impresionado y afligido' por esta nueva matanza. 'Los responsables serán descubiertos y recibirán un castigo ejemplar', dijo.

El general Musharraf ordenó a las autoridades de la provincia de Punjab, donde se encuentra Rawalpindi, y a las autoridades federales que 'realicen de inmediato una investigación conjunta y le preparen un informe lo antes posible'. El presidente presentó sus condolencias a las familias de las víctimas.

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'Fue todo muy rápido. De pronto comenzó un tiroteo e inmediatamente muchos de nosotros caímos al suelo heridos', declaró Anjum Abbas.

Familiares de las víctimas y de los heridos se agolpaban anoche a las puertas del hospital donde fueron ingresados y pedían justicia al Gobierno.

Decenas de policías acordonaron la mezquita en la que sucedió el ataque y dos horas más tarde fueron colocados controles en todas las vías de acceso a la ciudad.

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