¿La razón sin esperanza?
Javier Muguerza recoge en el frontispicio de su libro La razón sin esperanza una cita de Ernst Bloch tomada de Das Prinzip Hoffnung según la cual 'la razón no puede prosperar sin esperanza, ni la esperanza expresarse sin razón'. Y en esas estamos en el actual momento político. Porque parece como si la oposición socialista careciera del perfil de una verdadera alternativa por su incapacidad de prosperar sin esperanza mientras el Gobierno de Aznar, que tantas esperanzas suscitó, prefiere expresarse sin razón. En la actividad más reciente del Congreso de los Diputados se perciben con claridad ambos déficit desoladores. Un repaso a lo que fue la última sesión de control al Gobierno a propósito de la creciente inseguridad ciudadana, del debate en la Comisión de Defensa para dictaminar los informes de la ponencia de los proyectos de Ley Reguladora del Centro Nacional de Inteligencia y de su Control Judicial Previo, o de la comparecencia del presidente de la Agencia Efe, Miguel Ángel Gozalo, ante la Comisión Constitucional bastaría para confirmar el diagnóstico.
El Presidente del Gobierno, José María Aznar, se permitió el miércoles pasado responder al líder de la oposición, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, preocupado por el incremento de la delincuencia que ese aumento era consecuencia lineal del aumento de la población en España al mismo tiempo que negaba la evidencia para desmentir la existencia de una preocupación pública por semejante cuestión. Poco después en esa misma sesión, el vicepresidente primero y ministro del Interior, responsable directo del asunto y uno de los candidatos a la sucesión, a propósito del caso concreto de los índices de delincuencia en la Comunidad Valenciana optaba por esquivar su competencia buscando las causas en la mayor proporción de turistas y emigrantes. Muy bueno lo suyo, señor ministro, favoreciendo esa línea de equiparación de delincuente y emigrante que respalda el comportamiento de algún diario como La Razón. Se trata, en definitiva, de servirse de la orquesta mediática disponible con el intento de inculcar una esperanza expresada sin razón.
Vayamos ya a los otros ejemplos. Al cabo de legislatura y media en el poder llegan dos proyectos de Ley arriba mencionados y el debate de sus enmiendas, seis a la totalidad de cada uno de ellos y 162 parciales y se sustancian en algo más de cuatro horas. El presidente, Rogelio Baón, empezaba por advertir allí sobre el método a seguir a tenor del cual los enmendantes defenderían todas sus enmiendas en lo concerniente a los dos proyectos de Ley de forma integral interviniendo en orden inverso a la importancia numérica de sus grupos parlamentarios, hasta que cerraran el debate los ponentes del grupo Popular por su condición de mayoritario. Enseguida precisaba Baón que no permitiría réplica ni dúplica salvo para aclaraciones y añadía una precisión horaria garantizando que la votación sería en todo caso posterior a la una de la tarde, 'a los efectos de que los señores y señoras comisionados que no sean ponentes puedan atender otras obligaciones'. O sea, que facilitaba la deserción. De paso daba cuenta de que se habían deslizado errores en la versión facilitada del informe de la ponencia y explicaba en qué consistían sin siquiera leerlos alegando que eran de fácil comprensión pese a suponer alteraciones al texto original remitido por el Gobierno o a incorporar enmiendas cuya aceptación había sido omitida. Era la instalación en el reino de la chapuza a la que hay una tendencia creciente por el desmaño de los Letrados de las Cortes, cuya dedicación tanto deja que desear sin que nadie ponga remedio. Y a partir de ahí, salvo algunas excepciones, el silencio de los corderos.
En cuanto a la comparecencia del presidente de Efe, agencia que había logrado al menos del 86 al 90 el reconocimiento parlamentario de su neutralidad multidireccional mientras seguían las denuncias de manipulación de la RTVE de entonces, los portavoces de los grupos coincidieron en que había vuelto a las andadas pero a nadie interesaron las denuncias y la noticia se redujo al pronóstico de que dará beneficios en el ejercicio del 2003. Otra vez, la razón sin esperanza. Vale.
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