_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

28-F

El presidente Chaves ha pedido un periodo de reflexión para que los sevillanos se pronuncien sobre el supuesto pacto entre Madrid y Sevilla para los Juegos Olímpicos de 2012. No parece que haya gustado mucho al presidente el que el alcalde de Sevilla haya aceptado iniciar algún contacto para que esta ciudad sea subsede olímpica, lo que liberaría al Gobierno de la incomodidad de quedar en evidencia al decidir sus apoyos a Madrid. Por lo demás, quienes saben de estas cosas aseguran que ni Madrid ni Sevilla tendrán posibilidad de ser sede olímpica en el 2012, si acaso en el 2016 y si el COI no decide empezar a mirar a países que realmente necesitan más de una excusa como esa para mejorar sus infraestructuras. No es el caso. Aquí ya no hacen falta excusas, hacen falta compromisos políticos cotidianos. Cuando estamos a punto de celebrar un nuevo 28 de febrero, es justo recordar y reconocer, si no se está en el radicalismo más estéril o en la estrategia de oposición más ciega, que Andalucía ha crecido en los últimos 20 años más que en toda su historia. Andalucía no está hoy entre las comunidades más ricas de España, pero sí es la que más ha crecido, lo que permite reflexionar sobre la dureza del pasado y la exigencia del futuro. Andalucía es un lugar en el mundo, cuando sólo fue un cuadro costumbrista y eso tiene que servir de impulso para seguir mejorando, para que nunca nos pueda nadie robar el presente, ni condicionar el futuro.

El asunto olímpico puede ponernos en la circunstancia indeseable de competencia entre ciudades y la reivindicación integrista de lo local. Nada más estéril. En general estamos todos bastante dotados para la épica, y ella suele dejar páginas en la historia, pero donde verdaderamente se fragua el bienestar y el futuro de los pueblos es en el esfuerzo cotidiano. Ahí es donde queremos ver brillar a nuestros políticos haciendo buena cada mañana de cada día para todos, para que todos podamos tener la misma disposición a celebrar acontecimientos que sí lo fueron y tuvieron sentido, porque eran necesarios en su momento, tan necesarios como el, sin duda, épico y decisivo 28 de febrero de 1980, cuyo 22 aniversario estamos a punto de celebrar.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_