_
_
_
_
PERSONAJES

Un gigante en los bajos fondos

La NBA suspende por tiempo indefinido a Shawn Kemp por saltarse un programa de rehabilitación por su adicción a la cocaína

Hace seis años sólo Karl Malone le discutía el título de mejor ala-pívot de la NBA. Pero el tiempo ha pasado y Shawn Kemp enfanga día a día su carrera por su adicción a la cocaína. Por segunda vez en menos de un año, el baloncestista del Portland Trail Blazers tiene que dejar la competición por culpa de las drogas. La NBA le ha suspendido sine die por no acudir a los programas de consulta y rehabilitación que la propia organización le había propuesto.

Los estatutos de la Liga castigan hasta con seis meses de suspensión a los jugadores que no cumplan esta norma. Mientras que Kemp no se someta de nuevo con regularidad a su tratamiento y no siga los consejos del equipo médico que se ocupa de su caso, no se le permitirá volver a jugar con los Blazers.

Ya en abril pasado, y a petición propia, el ala-pívot se integró en una clínica de desintoxicación debido a su adicción a la cocaína. Según se comentó, y temiendo por su vida por la gran cantidad de droga que consumía, fueron sus propios compañeros de equipo los que le aconsejaron tomar esa decisión.

Justamente cuando había mostrado cierta mejoría en su juego, ha llegado la sanción. En cuatro de los últimos seis partidos había logrado dos veces números dobles (más de 10 puntos y 10 rebotes en el mismo encuentro). Por cada partido que no dispute, el jugador perderá unos 140.000 dólares (casi 160.000 euros). Podrá entrenarse con el equipo pero no podrá estar en el pabellón el día de partido desde dos horas antes de su inicio y hasta dos horas después. Ni el entrenador del equipo, Maurice Cheeks, ni el presidente del equipo, Bob Whitssitt, conocen cuál es el motivo concreto de la sanción, ya que es confidencial.

'Sea por la razón que sea el traspaso lo cambió todo'. La frase la pronunció el año pasado el técnico del Seattle Supersonics, Nate Mcmillan, y algunos compañeros de Kemp en el equipo durante su mejor época. Reign man (el hombre que reina) era su apodo. La ciudad de Seattle le idolatraba. A la NBA llegó sin pasar por la Universidad, enseguida destacó por su portentosas cualidades físicas acompañadas de una refinada técnica. Era un cohete en la pista. Su rapidez y la compañía de Gary Payton convirtieron al contraataque de los Sonics en un arma temida por todas las franquicias. No se recuerda a muchos jugadores que machacaran el aro con tanta violencia como él. En 1996 llevó al equipo a disputar la final ante el Chicago Bulls. En septiembre de 1997 llegó el traspaso que le envió al Cleveland Cavaliers. Se vaticinó que sería un error para la franquicia y para el jugador. El pronóstico se ha cumplido.

Nunca fue un jugador problemático, ni con tendencia a las juergas. Nadie de los que le conocieron en su etapa en Seattle se explican cómo ha llegado a esta situación. Llegó a pesar casi 140 kilos, el jugador rápido y explosivo se convirtió en un obeso que perdió la piedra angular de su juego, su potencia descomunal. Se acabaron los contraataques y los mates. El Shawn Kemp de estos dos últimos años es un jugador de movimientos en el perímetro sin demasiado sentido. Las malas compañías y la borrachera de popularidad y dinero (los Cavaliers le ofrecieron un contrato de 100 millones de dólares -unos 110 millones de euros-) acabaron con todo lo bueno de sus primeros años en la NBA. Incluso reconoció que había tenido varios hijos con un número indeterminado de mujeres.

Los gritos de aclamación y asombro ante su juego se transformaron en risotadas de mofa. 'Tienes 31 años pero parece que tienes 40', le decían. Fuera de la cancha tampoco las cosas le fueron bien. Reebook le rescindió los dos años de contrato firmados tras declarar en un periódico que no había zapatillas como las de Nike. La imagen del Kemp que todas las navidades se ponía el traje rojo para repartir regalos entre los niños más necesitados ya queda lejos. Ahora, el que fuera su técnico en los Sonics cuando estaba en lo más alto, George Karl, reconoce, 'mi historia triste es la de Shawn'.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_