El calvario de las tallas
El número de casos de anorexia no remite. De vez en cuando salta a los medios de comunicación la protesta de asociaciones de afectados y sus familiares denunciando la parte de responsabilidad que toca a la moda, sus promotores y vendedores. Un estudio de 2000 del Ministerio de Sanidad establecía que España supera los 80.000 casos de anorexia. La publicidad, y no solamente la específica de moda, vive de espaldas al problema. No le afecta, e incluso le da dinero. La tendencia de lucir en los anuncios mujeres extremadamente delgadas se ha hecho extensiva a los hombres. Así, han desaparecido los cachas musculosos, dando paso a toda una generación de top masculino famélicos, ojerosos, como si vinieran de una larga noche de juerga y resaca, poniéndose exactamente al nivel de insalubridad que ya tenían las modelos.
Algunas marcas eluden los números elaborando prendas en tres medidas: pequeña, mediana y grande; en la mayoría de los casos, la grande corresponde, como mucho, a una 40
En las pasarelas hay de todo. Algunas modelos se mantienen en oferta gracias a no comer. Los estilistas exigen a las agencias a la hora de elaborar los castings tallas mínimas. Nadie lo quiere decir. Unos gramos de más las desplaza. Otros modistas, quizá más concienciados con la gravedad del asunto, son prudentes a la hora de seleccionar sus perchas andantes y a la hora de producir se extienden de forma realista hasta la talla 46.
María tiene 23 años y hace seis que padece anorexia. Reconoce que es una fashion victim. Colecciona revistas de moda, ha llenado cuadernos con fotos de sus modelos favoritas. Dejó de admirar a Kate Moss cuando apareció recuperando algo de peso. María culpa a la publicidad de moda y a las tendencias de sus obsesiones con el peso. 'Era dramático ver que no entrabas en una talla 36. Pero es que en realidad era una 34 como mucho. Sufrí mucho hasta que entendí el mensaje. Hoy sigo luchando contra eso y por mi vida'.
Las pasarelas Gaudí, en Barcelona, y Cibeles, en Madrid, se han mostrado sensibles al tema de la anorexia y han expresado su preocupación por la enorme presión que puede ejercer la moda y sus aparatos promocionales sobre la juventud. Las marcas de ropa juvenil con grandes ventas de precio bajo y medio no se andan por las ramas. De alguna manera, intentan imponer su producto y el tallaje se reduce peligrosamente ante las tendencias en boga de usar cada vez ropa más prieta, más pegada al cuerpo, en busca de siluetas más estilizadas.
Cuerpo perfecto
En noviembre de 1999 Cibeles se mostró solidaria con las recomendaciones de la Comisión de Educación y Cultura del Senado; lo mismo hizo el director general de la Asociación Española de Anunciantes, Juan Ramón Plana, que en esa ocasión habló de un código ético que recoge la recomendación de 'no fomentar a través de la publicidad un estereotipo de mujeres y hombres extremadamente delgados'. Pero esto, ¿quién lo cumple? La publicidad también ha cambiado, y muchas veces debe ser dura, rupturista y hasta perversa. De hecho, lo es. Esas muchachas y muchachos tan despeinados como anémicos cumplen un papel, por mucho lujo que se les añada. El estudio de la Universidad de Harvard al respecto es concluyente: más del 69% de los jóvenes consultados reconoció que las fotos de moda de las revistas influían y hasta determinaban lo que entendían por un cuerpo perfecto. Baste recordar la campaña de Calvin Klein con Kate Moss o la del Diet Sprite de Coca-Cola con Kristin McMenamy, apodada Skeleton por la firma publicitaria que la contrató.
La exitosa y escandalosa aparición en las pasarelas de menores de edad exhibiendo ropa supuestamente para adultos junto al caos en el tallaje contribuyó a que se vieran en los escaparates prendas que nada tienen que ver con la media de complexión de las españolas, saltándose a la torera los estudios antropométricos existentes y que son muy claros al respecto. Las perneras de los pantalones pitillo, que aún están de moda, paradójicamente junto a los de pata de elefante, parecen mangas de una camisa, la cinturilla de las faldas parece una broma de mal gusto. La homologación del sistema de tallas no es real. Algunas marcas eluden los números elaborando prendas en tres medidas: pequeña, mediana y grande; en la mayoría de los casos la grande corresponde, como mucho, a una 40. Las etiquetas presentan lecturas complejas para la venta multinacional.
Sanidad ha creado una mesa sectorial sobre trastornos alimentarios que planea intervenir directamente en la 'adecuación realista de un tallaje homologado'. En la UE también hay comisiones trabajando en este campo.
Los expertos consideran la anorexia, cuya tipificación data de finales del siglo XIX y ha tenido notables personajes sufriéndola, como la emperatriz Sissi, como un mal que se origina en la sustitución de los valores tradicionales por los elaborados por la cultura de masas y el consumismo. El bombardeo mediático impone nuevos iconos que se sustentan en una idealización del biotipo. La industria de la belleza ha pasado por diversas etapas, desde la negación de lo femenino hasta su exageración caricaturesca. El establecimiento cíclico de tendencias contradictorias es parte del arte de vender. El mensaje fatal está en esos iconos. Las modelos son muchas veces el dardo envenenado. La delgadez suele ser identificada con dinamismo, solvencia profesional y hasta el éxito en la conquista. La eterna apariencia juvenil está directamente ligada a esas imágenes que aparecen en la publicidad de un vestido, pero también de un coche o de un alimento que teóricamente 'ayuda a no engordar'. La responsabilidad no es solamente de los modistas, sino del mercado.
¿Pero cuál es la talla límite a la hora de la exhibición y la promoción de los productos de costura? En algunos sitios se habla de la 38. En otros, de la 40. Al final, los profesionales de la moda suelen primar su interés estético y de imagen sobre cualquier otro. En las tiendas, el tallaje no es siempre real. Una 38 puede corresponder varios centímetros menos de lo justo.
Estimulación de la delgadez
Tampoco los sectores profesionales de la moda se ponen de acuerdo. Mientras Paco Flaqué (director del Salón Gaudí) declaraba que no admitiría modelos en su pasarela con tallas menores a la 40, Enrique Loewe, portavoz de la Asociación de Creadores de Moda de España, lo consideraba 'una estupidez', y llegó a agregar: 'No acabamos de ver la relación entre anorexia y diseño de moda. No hay ninguna responsabilidad por parte de los creadores'. Médicos, sociólogos y estudiosos mediáticos no piensan lo mismo. Jesús del Pozo se ratificó en 1999 en el Senado que siempre ha trabajado con las tallas 38 y 40, y terminó su exposición con una polémica frase: 'La gente anoréxica no sirve. Está en contra de la moda'. En aquella ocasión, la modelo española Nieves Álvarez dijo también en la Cámara Baja que había padecido anorexia en su adolescencia y que la moda la salvó. La verdad es que continúa produciéndose una estimulación social de la delgadez a través de la imagen de las supermodelos. Y las etiquetas de tallaje mienten.
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