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Crónica:FÚTBOL | La jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

Djalminha y Tristán se asocian

Una combinación entre ambos le da al Depor un triunfo imprescindible

Xosé Hermida

En un instante se encontraron Djalminha y Tristán, y del abrazo entre ambos salió un gran gol que permitió al Deportivo regresar al triunfo en Riazor, donde ya llevaba dos partidos sin ganar, una anomalía para lo que suele ocurrir en el estadio coruñés. Hubo algún detalle más durante la noche, pero el Depor se dedicó a administrar fuerzas frente a un Zaragoza que tuvo apuntes interesantes en el inicio hasta que fue perdiendo fuelle con el transcurrir del choque. Victoria discretita para los de Irureta, aunque de gran valor, como todo lo que puntúa en esta Liga repleta de sobresaltos.

Se dice a menudo que los equipos funcionan por pequeñas sociedades, esos vínculos que se crean entre algunos jugadores y que se rigen por leyes un tanto secretas. Un hilo misterioso une de repente a dos futbolistas. La complicidad entre ambos permite que cada uno adivine lo que va hacer el otro con sólo echarle un vistazo. En el ataque del Deportivo hay dos parejas que funcionan con esa enigmática armonía: una la forman Djalminha y Makaay y la otra Valerón y Tristán. Tanto confía en ellas Irureta que raramente cambia los socios: si juega Djalminha, el ariete suele ser Makaay, y si es Valerón el elegido para la media punta, normalmente saldrá Tristán en el equipo. Pero anoche Djalminha tuvo un ataque de infidelidad y se la pegó a su pareja con Tristán. Nunca había habido demasiada química futbolística entre ellos hasta que se encontraron ayer mediada la primera parte. Djalminha vio la carrera de Tristán, le metió un centro de terciopelo y el ariete respondió con un cabezazo espléndido: giró el cuello y desvió la pelota al palo contrario a su posición.

Un hermoso gol que rescató al Deportivo de todas las vacilaciones que había mostrado hasta entonces. El cuadro de Irureta tardó en cogerle el aire al partido. Empezó espeso y desorganizado, un peligro que en parte estaba escrito en la alineación. Al colocar a Makaay en punta junto a Tristán, el Deportivo se quedó sin banda derecha. Djalminha también contribuyó al desorden por su exceso de voracidad. El brasileño, relegado por Irureta últimamente, está hambriento y busca la pelota con avidez. Anoche tuvo detalles magníficos, pero persiguió tanto el balón que acudía a recibir al centro del campo, lo que dejaba al equipo sin volante de enganche. De ese modo, el Deportivo se desvanecía en las inmediaciones del área frente a un Zaragoza de muy buen aspecto, organizado atrás y ambicioso arriba, donde Milosevic creó serios problemas en el arranque del choque.

Hasta que se iluminaron Djalminha y Tristán y toda la teórica se vino abajo. El Zaragoza se metió debajo de la cama y de ahí al descanso, Djalminha tomó el mando y del Depor amenazó con resolver por la vía rápida. Pero el Zaragoza resistió y el partido volvió a cambiar el gesto tras el descanso. El Deportivo se entregó al contragolpe y cedió la iniciativa a su rival, que creó algunos problemas que no fueron a mayores porque al cuadro de Luis Costa le faltó convicción. En realidad, fueron más serias las amenazas del Depor al contraataque que la persistente pero tibia ofensiva del Zaragoza. A los de Irureta no le faltaron ocasiones, pero finalmente el choque se resolvió con el detalle del primer tiempo.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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