Burocracia en la cárcel de Alcalá
Repetidamente la prensa nos ha acercado a la realidad de las cárceles españolas. Tiempo atrás, un reportaje sobre la cárcel de mujeres de Alcalá de Guadaíra denunciaba la falta de recursos para formación de las reclusas, excluidas doblemente de la sociedad por su presunta delincuencia y por ser mujeres. Hoy, como he hecho en dos ocasiones anteriores, llamo por teléfono a la citada prisión para enviarles unos libros y una máquina de escribir (si es que podía serles de utilidad, en ningún momento he pretendido deshacerme del 'cacharro' de una forma fácil).
Para la entrega de libros, en otras ocasiones el método había consistido en fijar una cita y un lugar para que un funcionario de la institución pudiera recoger el paquete, ya que para un particular es muy difícil entrar algo en la cárcel (eso me habían especificado cuando quise llevarlos yo misma en anteriores envíos).
Esta vez, una gestión aparentemente tan fácil se convirtió en un salto de obstáculos. Después de llamar varios días diferentes de la semana y no encontrar nunca a la persona adecuada, hoy, al fin, consigo hablar con la telefonista, que me pasa con el trabajador social que, al no ser su competencia, me pasará con el orientador educativo, que no está; al fin, otro funcionario me dice que consultará con la subdirectora, que le contesta que la máquina de escribir no es necesaria, aunque los libros sí, y para enviarlos tengo que volver a llamar un día en que esté... Era la tercera vez que hablaba con alguien de la prisión y que me largaba el 'vuelva usted mañana'.
He de suponer que existen diferentes aulas de informática para que las reclusas analfabetas -si las hay-, aprendan a leer y a escribir gracias a la alta tecnología de la prisión, de lo cual yo me alegro vivamente. Y que las estanterías de la biblioteca han de estar abarrotadas y nuevos libros les crearían problemas de espacio.
Las mujeres allí encerradas no deberían de soportar este tipo de funcionariado que pone tantas barreras a la hora de obtener para ellas un recurso gratuito, como son los libros, material del que me temo no andarán muy sobradas. ¡Lamentable!
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