El PSN se niega a renunciar a la opción de pactar con los nacionalistas
La reunión entre el presidente foral y Juan José Lizarbe concluye sin acuerdo alguno
El presidente de Navarra y de UPN, Miguel Sanz, exigió ayer al PSN-PSOE que renuncie a articular una mayoría alternativa de gobierno para la comunidad foral con presencia del nacionalismo vasco. La reunión mantenida por Sanz con el secretario general del PSN-PSOE, Juan José Lizarbe, rompió una incomunicación personal de más de cuatro meses entre ambos dirigentes pero no sirvió para resolver ninguno de los profundos desacuerdos políticos que mantienen ambas formaciones. Las exigencias de Sanz rechazadas por el líder del PSN fueron más numerosas.
El presidente navarro propuso aislar institucional y políticamente a Batasuna, pidió a Lizarbe que no envíe al Parlamento foral ninguna iniciativa legislativa con incidencia presupuestaria (Navarra funciona con los presupuestos prorrogados de 2001) y le exigió que se olvide de apoyar la creación parlamentaria de una comisión de investigación sobre las obras de la Plaza del Castillo que, según Sanz, contribuiría 'a la deslegitimación de las instituciones' y hace el juego 'a los violentos'.
Las pretensiones de Sanz fueron interpretadas como 'la vieja aspiración' de UPN para que el socialismo navarro renuncie a hacer oposición, neutralizando de paso al resto de las formaciones democráticas cuyos votos se materializan habitualmente en sonoras derrotas parlamentarias del Gobierno foral. Un pacto para no contar con los siete votos de Batasuna en el Parlamento foral daría la mayoría automática de la cámara a UPN, que lograría eludir en la recta final de la legislatura el acoso político al que se ve sometido desde que desechó a los socialistas como socios presupuestarios.
Respuesta inmediata
La respuesta del PSN-PSOE fue inmediata. 'Aislamos a diario a Batasuna, puesto que ni hablamos con Batasuna, ni de Batasuna, ni contamos con Batasuna ni esperamos nada de ella'. No obstante, el PSN matizó que 'ni UPN ni Batasuna condicionarán nuestra labor democrática de oposición y control'.
Tras el encuentro de ambos líderes, de algo más de una hora de duración y celebrado en el despacho presidencial del Palacio de Navarra, en Pamplona, Juan José Lizarbe ciñó su exposición en la situación presupuestaria de Navarra, con cuentas prorrogadas y, por vez primera en los últimos seis años, un déficit de 10.000 millones de pesetas (60 millones de euros) registrado al cierre de 2001. Pero frente a la intervención estrictamente técnica del secretario general socialista, la posterior comparecencia de Sanz fue eminentemente política.
El presidente de Navarra centró sus críticas en la, a su juicio, 'falta de receptividad' del PSN a sus propuestas de aislar a Batasuna y acusó al socialismo navarro de ambigüedad e incluso connivencia con el nacionalismo vasco con el objetivo de desplazar a UPN del poder, aún a costa de poner en riesgo la viabilidad de Navarra como comunidad diferenciada.
Ese terreno dialéctico es el que le sirvió a Sanz para decir que el consenso antiterrorista surgido de la Mesa por la Paz y la Tolerancia está 'roto' y para lamentar que en Navarra no sea posible 'el pacto que en el País Vasco existe entre PP y PSOE y que evita cualquier acuerdo con los nacionalistas'.
Terreno doméstico
Sanz exacerbó la crítica 'preocupado', dijo, por 'la búsqueda de coincidencias con Batasuna' por parte de los socialistas navarros y el apoyo del PSN a iniciativas que buscan 'deslegitimar las instituciones' como, según Sanz, las desarrolladas 'por los violentos' contra el proyecto de la Plaza del Castillo, que no se paralizará.
Ni siquiera en el terreno más doméstico del presupuesto prorrogado hubo acuerdo alguno. El PSN sólo se comprometió a estudiar los proyectos de ley del Gobierno y de sus nuevos socios de CDN 'en función de su contenido' pero se negó a no enviar iniciativas legislativas que supongan aumentos presupuestarios. Sanz reivindica ese derecho en exclusiva para su Ejecutivo.
El nuevo encuentro entre los dos dirigentes políticos navarros no sirvió, por tanto, para despejar el panorama de abierto enfrentamiento entre un gobierno en minoría y una oposición plural, liderada por el PSN. Los socialistas no mantienen vínculos con Batasuna, pero no renuncian al diálogo político con otras fuerzas, incluidas las nacionalistas democráticas, para articular un gobierno alternativo a la derecha en 2003.
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