Las 'zonas grises' del mercado laboral
Las nuevas formas de organización de las empresas impulsan la figura del trabajador autónomo dependiente
La fotografía perfecta de un trabajador autónomo es la de un tendero. Decide con independencia sobre todos los extremos de su negocio. En los últimos años esta imagen se está difuminando y hoy son muchos los empleados por cuenta propia que no se ajustan a la definición legal. El último concepto son los trade. Ni asalariados, ni autónomos. Justo en medio.
CC OO estima que el 30% de los trabajadores por cuenta propia responde a este perfil, lo que supone unos 780.000 empleados
Un trade es un trabajador autónomo dependiente. Es decir, un profesional que no mantiene una relación laboral con la empresa para la cual trabaja, pero de la que provienen sus ingresos y de la que recibe indicaciones sobre cómo realizar su tarea. No es, por tanto, ni un empresario ni un trabajador autónomo tradicional, aunque suele cotizar en este régimen especial de la seguridad social, ni un asalariado, ya que asume el riesgo que supone adquirir los medios necesarios para desempeñar su labor.
Esta figura, que no está recogida en el ordenamiento jurídico español, pero sí en el italiano y en el alemán, está en plena expansión, empujada entre otras cosas por la expansión de las nuevas tecnologías -teletrabajo-, la tendencia a subcontratar aquellas actividades que no forman parte del núcleo principal de una empresa y la recesión, que obliga a las empresas no sólo a estancar las nuevas contrataciones, sino también a reducir al máximo los cotes laborales. 'En tiempos de crisis, los empresarios huyen de las relaciones laborales estables', resume un consultor.
El sindicato CC OO, que ha creado una federación para agrupar a estos trabajadores en Cataluña, estima que como 'mínimo' un 30% de los autónomos españoles se ajustaría a este nuevo perfil, si bien no existen datos oficiales.
De ser cierta esta estimación, que el director de consultoría de recursos humanos de PricewaterhouseCoopeers, Carlos Delgado, considera excesiva, en España habría 780.000 trabajadores en esta zona gris del mercado laboral, en la que se concentran todas las obligaciones de un empresario -18% de IRPF, impuesto sobre el valor añadido e impuesto de actividades económicas, etcétera- y casi ninguno de los beneficios de los asalariados. Ni subsidio de paro ni derecho a la prestación por enfermedad, por ejemplo.
No se trata además de una realidad aislada a un sólo sector productivo. Está muy extendido en el de los transportistas desde hace tiempo, por ejemplo, y cobra fuerza en los últimos años en el sector servicios, reconocen los expertos consultados. Un vistazo a los miembros de la comisión gestora de la federación de CC OO basta para darse cuenta de la diversidad que representa esta nueva realidad: una nutricionista, un fotógrafo y pintor, un consultor de tecnología, una museóloga, un terapeuta, una psicóloga, un transportista, una traductora, un iluminador de televisión y teatro y un diseñador multimedia. La mayoría de ellos, trabajadores cualificados.
'Se está produciendo una reconversión del trabajo autónomo y está apareciendo esta nueva realidad que debe ser reconocida', asegura Jordi Gutiérrez, de la federación TRADE de CC OO, quien subraya la diferencia entre esta nueva figura y la del falso autónomo, que simplemente encubre una situación ilegal. El sindicato no está sólo en esta idea. La Comisión Europea y la Confederación Europea de Sindicatos han tomado nota del asunto y, en España, la federación de trade ha trabajado con dos profesores de la escuela de negocios Esade -Francisco Loscos y Esther Sánchez-, así como con políticos de CiU, para elaborar una propuesta de reformas legislativas que consideran necesarias. Empezando por el Estatuto de los Trabajadores.La conclusión fundamental de este trabajo, que ha sido presentado esta semana en Barcelona, es que para adaptar la ley a esta nueva realidad se deben producir cambios en el ámbito laboral, pero también en materia fiscal y de Seguridad Social. Desde la obligación de formalizar estas relaciones a través de un contrato mercantil hasta el reconocimiento de derechos laborales -negociación colectiva y derecho a la huelga y a la formación, por ejemplo- de estos trabajadores. En la actualidad, los trade no tienen ninguna forma de negociar con la empresa para la cual trabajan sobre condiciones laborales, como pueden ser las tarifas, si bien algunas compañías han establecido negociaciones informales con sus trabajadores autónomos.
El debate implica también una reforma tributaria, para que lo que pagan estos trabajadores se ajuste de forma proporcional a sus ingresos, y del sistema de seguridad social. En este sentido, Esther Sánchez explica que estos nuevos trabajadores no deberían cotizar en el régimen especial de trabajadores autónomos, sino en el régimen general. Esto implicaría que muchos de ellos verían incrementar sus cotizaciones, pero también las prestaciones de las que se benefician.
El debate sobre el mundo del trabajo por cuenta propia lleva años abierto. Una subcomisión del Congreso estudia, desde una perspectiva más cercana a los emprendedores que a los trade, la viabilidad de un estatuto específico para los trabajadores por cuenta propia, que podría incluir algunos de estos cambios, y el sindicato UGT intenta unir en una única plataforma a este colectivo de 2,6 millones de trabajadores, según la estadística del Instituto Nacional de la Seguridad Social, que hoy está disperso en un sinfín de organizaciones sectoriales.
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