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Morosos en la costa

España figura en los primeros puestos en la lista de Coface sobre la fiabilidad comercial

'No puede decirse que los atentados del 11 de septiembre hayan desencadenado una crisis económica, sino que han agravado la tendencia a la recesión o al menor crecimiento que ya se daban a finales del 2000', resume Sylvia Greisman, de Coface, sociedad francesa especializada en analizar los riesgos del comercio entre países, a la hora de analizar la actual amenaza de la morosidad.

Los países de economía abierta padecen en mayor medida la agravación de la crisis provocada por los atentados de septiembre

Coface establece cada año unas calificaciones por países y sectores. 'Los parámetros básicos son los impagados, los problemas para cobrar deudas, la morosidad', explica Sylvia Greisman, quien admite que lo que sucede en determinados campos permite prever el aumento de los impagados. 'El papel y el acero son indicadores muy fiables en las sociedades desarrolladas'. A finales del segundo trimestre de 2000, la demanda de papel para embalajes comenzó a disminuir en EE UU. Era un primer síntoma de una crisis que aún tardó meses en manifestarse.

'La situación en Argentina no puede relacionarse con el 11 de septiembre porque su problema tiene que ver con los flujos financieros ligados a sectores que habían tenido una gran capacidad de crecimiento, sobre todo en la Bolsa, y que han entrado en crisis'. Telecomunicaciones e informática, al pinchar la burbuja especulativa en la que vivían, han arrastrado en su caída las economías de países frágiles, como Argentina o Turquía. El nivel de endeudamiento de muchas sociedades ligadas a las nuevas tecnologías hubiera debido servir de advertencia para muchos analistas. 'Cuando se habla de telecomunicaciones es importante ver el nivel de implantación de la empresa o grupo en el mercado nacional y conocer la solidez de sus principales socios. Los viejos operadores pueden estar muy endeudados, pero su solvencia no se cuestiona'.

Efectos 'colaterales'

Otro de los efectos colaterales del 11 de septiembre es la caída del precio del petróleo, que está afectando de manera importante a Venezuela, sobre todo porque Rusia no acepta reducir su producción. En líneas generales, puede decirse que los países de economía abierta padecen en mayor medida la agravación de la crisis provocada por los atentados mientras que los países menos dependientes de los flujos comerciales internacionales, como China o India, resisten mejor el impacto.

Para Coface, el año 2001 ha significado hacer retroceder en la clasificación a 13 países y poner 'bajo vigilancia negativa' a otros, que conservan su categoría de naciones fiables, pero en los que se detectan algunos signos inquietantes. Retroceden EE UU, Japón, Hong Kong y Taiwan, que pasan de A1 a A2, pero también Israel (de A2 a a3), Polonia (de A3 a A4), Egipto (de A4 a B), Turquía (de B a C), Argentina (su descenso es el más pronunciado, pasando de B a D), mientras que progresa Rusia, que, de ser un país C, es decir, muy poco fiable, remonta a B.

La llamada 'vigilancia negativa' afecta a países de primer orden, como Alemania, Francia, Australia, Reino Unido, Canadá o Portugal, que siguen, sin embargo, entre los más fiables (A1), pero también a otros en los que los riesgos comerciales ya eran relativamente mayores, como Polonia, Venezuela, Brasil, Malaisia o México. Son muy pocos los que mejoran, además de Rusia, pero quedan bajo 'vigilancia positiva' Grecia, Kazaksthan y Vietnam. España sigue figurando en cabeza, entre los países en los que el comercio presenta mayores garantías. 'La crisis de 1992 sirvió para que en España se produjera una importante reestructuración, para modernizar el aparato productivo y mejorar los sistemas de gestión del país, que hoy está entre los más seguros', dice Greisman. La crisis Argentina es obvio que tendrá un coste importante para las sociedades españolas, pero Greisman constata que si las exportaciones hispanas hacia el país latinoamericano suponían el 12% del total en 1999, ya sólo suponían el 7% en 2000 y un porcentaje aún inferior en 2001. Por sectores, desde una perspectiva mundial, los más seguros son la gran distribución alimentaria, el automóvil y la química, mientras que los que conocen más impagados son el textil, la edición, el embalaje y la informática.

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