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COYUNTURA INTERNACIONAL
Columna
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Alarma por el Pacto de Estabilidad

Sonsoles Castillo

El Consejo Europeo decidió no someter a votación la recomendación de poner en marcha el mecanismo de alerta preventiva hecha por la Comisión a los Gobiernos alemán y portugués. Con ello se ha reabierto un debate sobre la credibilidad y el diseño de las políticas europeas.

Los Estados que forman parte de la unión económica y monetaria (UEM) no sólo acatan la existencia de una autoridad monetaria única, sino que contraen una obligación en términos de disciplina presupuestaria. Así, aunque los Estados siguen siendo los responsables de las políticas presupuestarias nacionales, aquellos que están en la UEM adquirieron un compromiso explícito en materia presupuestaria al adherirse al Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC), cuyo objetivo es lograr en el medio plazo situaciones presupuestarias próximas al equilibrio o superavitarias. Con el PEC se asume que la disciplina presupuestaria es cosa de todos, pues las consecuencias de que un país incurra en un déficit excesivo afecta al resto de economías.

La polémica en torno a la disciplina fiscal no hace sino desgastar a la Unión Económica y Monetaria en su conjunto

La necesidad de un compromiso como éste es algo incuestionable desde el punto de vista macroeconómico: la disciplina presupuestaria contribuye a la estabilidad de precios y de los tipos de interés reales y, por tanto, al crecimiento de la actividad y del empleo. Resultan infundadas las críticas al PEC por no tener en cuenta las características cíclicas de las economías. De hecho, en el PEC se hace explícita esta consideración, estableciendo tres vías (dos de ellas relacionadas con una situación de recesión económica) por las cuales se puede considerar un déficit superior al 3% 'excepcional'. La propia Comisión en su informe sobre Alemania ha hecho gala de esta demandada flexibilidad al reconocer que buena parte de la divergencia observada entre el déficit observado en 2001 y la previsión se ha debido a la inesperada desaceleración económica.

Y es que tras el espejismo del superávit en 2000, gracias a la recaudación en las subastas de UMTS, en 2001 el déficit se situó en el 2,6%. Es más, su déficit estructural, que se eleva al 2,3%, ha empeorado más de un punto en los últimos dos años. Resulta, sin embargo, paradójica la postura del Consejo, que arroja contradicciones intrínsecas. El Consejo reconoce como parte esencial del PEC la puesta en marcha del mecanismo de alarma preventiva, también reconoce que alcanzar un déficit del 2,5% en 2002 en Alemania está condicionado a un entorno externo e interno muy favorable, pero finalmente decide no activar el sistema de alarma. La razón: se acepta el compromiso del Gobierno de lograr el equilibrio en 2004, el cual resulta poco creíble a menos que Alemania creciera en los próximos cuatro años a un promedio del 2,5%.

Sonsoles Castillo es economista del Servicio de Estudios del BBVA.

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