El otro Lavapiés
No puedo menos que sorprenderme por el artículo La vuelta al mundo en Lavapiés, del domingo 10 de febrero de 2002. Parece que últimamente existen intereses por mostrar Lavapiés como un lugar idílico, donde todo el mundo convive pacíficamente, un nido de intelectuales y progres, donde la multiculturalidad entra por los poros de la piel y se toca la guitarra en el parque entre alegres baladas, como en una buena obra de Tennesse Willians... Llevo más de 12 años viviendo en Lavapiés, y nada más lejos de la realidad. Todavía no he visto Xanadú en Lavapiés.
Lavapiés es un barrio incómodo, con una gran deficiencia de servicios sociales, culturales, educativos, sanitarios (no tienen más que ver el maravilloso centro de salud) y con multitud de infraviviendas que carecen de los más mínimos servicios, el llamado chabolismo vertical, donde se hacinan en pocos metros cuadrados un gran número de personas, normalmente inmigrantes, que pagan precios muy elevados.
Lavapiés es un barrio tomado por tiendas al por mayor, que lo convierten en un lugar permanente de carga y descarga. Bajar en coche desde Tirso de Molina por Mesón de Paredes, por ejemplo, puede suponer en ocasiones más de media hora para 500 metros; ir por la acera, de apenas medio metro, toda una aventura entre camiones, furgonetas y cajas. Es un polígono industrial en el centro de la ciudad.
Lavapiés es un barrio tomado por la droga, traficantes en la plaza de Cabestreros, Agustín Lara, pisos particulares, etcétera, que hacen que se produzca un tráfico constante de drogodependientes, riñas, peleas, robos.
Lavapiés es un barrio de un altísimo nivel de delincuencia, donde básicamente un grupo de ciudadanos magrebíes imponen su ley, se ríen de la policía, amenazan, roban... (todavía no he visto que hagan lo mismo los ecuatorianos, senegaleses, chinos, paquistaníes, dominicanos, etcétera, y bien es cierto que una gran mayoría de magrebíes), los ciudadanos se sienten acosados y perseguidos. Todo el mundo mira y calla. Nadie se atreve a decir nada. El miedo está en el ambiente. Pueden robar tranquilamente a plena luz del día, que nadie dirá nada, y aquel que diga algo ya sabe lo que le espera, como poco una paliza en cualquier esquina. Desde la ventana de mi casa en los días de más actividad puedo ver en un rato cuatro o cinco robos a turistas, nacionales, chinos... Muchos de ellos no denunciados, ya que se producen a inmigrantes sin papeles.
Si se dan una vuelta por Lavapiés verán que existen decenas de carteles de casas en venta, la gente comienza a abandonar el barrio, nadie quiere quedarse, se vive bajo una constante sensación de amenaza, de inseguridad. En una casa nueva, de 12 años de antigüedad, apenas queda nadie de los vecinos originales, todos han ido saliendo, muchos de ellos malvendiendo sus viviendas. Pregunten en las inmobiliarias de Lavapiés, donde ponen cara de horror cada vez que deben vender un piso en la zona y tienen que pasear por la calle con un futuro comprador.
Pregunten a la policía cuántas intervenciones y redadas realizan en este ideal barrio, donde todos parece que viven como hermanos. Pregunten por esa idílica plaza de Cabestreros, conocida entre la policía como la plaza del Infierno. Pregunten cuántas de las personas diariamente detenidas, al día siguiente están en la calle. ¿Cómo puedo llamar a la policía cuando se produce un robo si al día siguiente me encontraré al delincuente cara a cara y amenazará con matarme? Es más, ¿cómo puedo denunciar a alguien si me roba si sé que al día siguiente me lo encontraré nuevamente amenazándome?
En el barrio existe la ley del más fuerte, es como el Oeste de las películas, con pistolas y navajas. Los senegaleses se impusieron y ahora están tranquilos. ¿Tendremos que hacer lo mismo para gozar de tranquilidad? ¿Tendremos que estar constantemente mirando para otro lado para no meternos en líos?
Por eso no deja de producir risa el artículo o intentar hacer una serie como Living Lavapiés (me imagino que será de miedo), porque si va en tono de comedia nos parecería sádico, de mal gusto para la gente que vivimos aquí y que día a día tenemos que soportar esta situación. Lavapiés esta de moda... Sí, pero para los que no tienen que vivir en Lavapiés.
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