_
_
_
_
_

Un colegio granadino pone en marcha un proyecto de convivencia entre niños de 12 países diferentes

El centro programa actividades para promover la integración de los escolares

Javier Arroyo

El colegio público Miguel Hernández de Granada ha decidido poner en marcha una curiosa iniciativa: hacer convivir a escolares de 3 a 15 años procedentes de una docena de países de todo el mundo. Niños marroquíes y españoles, sirios y guineanos, palestinos y brasileños o argentinos y paquistaníes están aprendiendo a conocerse, conocer sus diferentes culturas y aprender a convivir en una experiencia que, a juicio de sus responsables, puede dar muy buenos resultados. Los escolares aprenden el castellano y se relacionan esencialmente en los juegos, sin que importe su país de origen.

María Ángeles Castilla es la directora del colegio Miguel Hernández. Ella, acompañada de un equipo de 12 profesores, un logopeda y un lingüista, se responsabiliza a diario de este grupo de niños aparentemente tan heterogéneo y, sin embargo, tan igual: los escolares quieren básicamente aprender, jugar y pasarlo bien.

Castilla comenta que tanto ella como su equipo de profesores, algunos de los cuales llevan allí 20 años, están orgullosos de estar construyendo un colegio donde prima la variedad y la multiculturalidad. Y la variedad no está sólo en el tipo de alumnado. Como reconoce la directora, si bien la mayoría de las familias del centro pertenece a la clase media, hay también hijos de clase alta y baja.

Líder de la clase

Entre los alumnos, Benjamín, de cinco años, parece ser el líder de la clase. Sus compañeros se pasan el día detrás de él. Donde está Benjamín siempre hay tres o cuatro chiquillos. La particularidad de Benjamín es su color. Su piel tiene un profundo color negro, lo que en este colegio no tiene ningún significado especial.

Benjamín llegó de Guinea hace poco más o menos un año. Vino con toda su familia, que incluía cinco primos y hermanos. Todos se desenvuelven por el colegio como uno más. Junto a él está Mohamed, un chiquitín marroquí que hace unos meses no conocía una palabra de español y hoy se comunica perfectamente con sus amigos de curso. Más de 30 alumnos del Miguel Hernández, casi un 20% de los estudiantes, ha nacido fuera de España.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Cuando al colegio llega algún niño nuevo procedente de Suramérica, la adaptación es casi inmediata. No ocurre lo mismo cuando llegan de Marruecos, Pakistán, Jordania o Siria. Muchos de los pequeños no saben nada de español por lo que, primero de todo, hay que hacer que aprendan lo básico para manejarse. Pero suelen apañárselas bien. La directora del centro insiste en que 'nunca ha habido rechazo, xenofobia, ni racismo; la integración es algo natural'. Reconoce, sin embargo, que los padres de estos niños sufren más problemas que sus hijos. Según Castilla, a las familias les cuesta más trabajo.

Por eso, el colegio programa de cuando en cuando actividades de diversión-integración; el próximo martes, por ejemplo, celebran el Carnaval, para lo que ya ensayaron sus murgas el viernes pasado. También recuerda Castilla que en diciembre hicieron una celebración en la que coincidió el final del Ramadán con el principio de la Navidad.

La religión es un asunto que se trata con esmero en el Miguel Hernández. Este curso han comenzado unas clases de religión islámica a las que acuden casi 25 jóvenes. Algunos padres las pidieron y dos veces por semana se imparten esas clases. Casi nunca faltan los alumnos a esa clase. 'No tenemos ningún problema de absentismo en el día a día pero, desde luego, en la clase de religión musulmana, mucho menos aún', explica la directora.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_