_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

SL

Los tramos finales de las legislaturas están casi siempre gobernados por la incertidumbre. Sobre todo, desde que hace unos años quedó demostrado que los resultados de las encuestas pueden no corresponderse con las realidades electorales. El vientre de la urna se vuelve ininteligible y constituye una amenaza porque el elector, en última instancia, es un elemento incontrolable. En medio de esta confusión que precede a los comicios, algunos de los representantes del poder económico notan vértigo en el canutillo del eje de sus genitales porque las estructuras que sustentan su estambre de intereses amenazan con venirse abajo. Entonces, del mismo modo que cuando se pierde la fe en la ciencia se busca consuelo en el zahorí, el aojador y el horóscopo, estos tipos corren el riesgo de caer en las garras del primer oportunista que se cruce en su camino y que les chupe la sangre como un tábano. En realidad, lo único que les puede asegurar el resultado de la carrera es apostar a todos los caballos, ya que, como en el preludio de Muerte entre las flores, si no puedes amañar una competición y tener así convicciones sólidas, es que ya no puedes creer en nada. Mientras ellos buscan una salida de este tipo a su desazón, ése es el universo que ha escogido Ferran Torrent para su nueva novela, Societat limitada (SL), que estos días sale a la venta. Esta cuenta atrás configura un ecosistema muy suculento en el que los especímenes, viendo peligrar los nutrientes, redoblan su capacidad de superviciencia. Ahí se lubrican los mecanismos económicos de los partidos, se corrompen los escrúpulos y el borde del dinero corta un profundo abismo que produce grandes funambulistas, aunque la realidad siempre supera a la ficción y termina por precipitarlos hacia el fondo para que su cerebro estalle contra un pedrusco y estampe un lamparón simbolista. En ese escenario planteado en SL, por el que desfilan reconocibles personajes de la política valenciana, Juan Lloris, que encarna el prototipo más primitivo del empresario valenciano (a menudo tan contemporáneo), se establece como un personaje con un filón en su interior, a modo del Charlie Croker de Tom Wolfe, al que Torrent cuece en todo su jugo en su novela más ambiciosa.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_