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La ley del más fuerte

Víctimas unos, verdugos otros, los vigilantes de discotecas y bares piden que se haga una regulación del sector que acabe con su imagen de matones

Miguel Alcorlo empezó a trabajar de portero de discoteca en 1980, con 18 años: 'Tenía mucho vicio de gimnasio. Así me fui metiendo en el mundillo. En todo este tiempo me ha pasado de todo delante de la puerta, te lo juro'. El 'de todo' incluye peleas a guantazos, acrobacias para evitar cuchilladas o tragar saliva antes de meterte de cuajo en una gresca de 20 personas que se están zurrando en la pista de baile.

La noche del viernes, como cada fin de semana, 600.000 jóvenes saldrán de copas en la región; buena parte de ellos acudirá a alguno de los 200 locales que hay en la zona sur. Tanto los chicos como sus padres recordarán dos sucesos: la madrugada del domingo 3 de febrero, siete porteros se enfrentaron a 15 jóvenes en la entrada del Silver, en Getafe. Dos de los chicos resultaron heridos. Una semana antes, el 27 de enero, tres porteros apalearon en Barcelona a un inmigrante y lo tiraron al mar, donde murió ahogado. Ya en agosto del año pasado, el portero de una discoteca de la calle de Atocha apuñaló en el glúteo a uno de los clientes. Muchos tildan a los porteros de matones sin juicio. Ellos replican que emplean más el cerebro que las llaves de kárate y que su principal arma es la paciencia.

De paciencia sabe mucho Francisco Herraiz, de 28 años, 180 centímetros de alto, licenciado en Derecho y portero: 'Una noche, un tío al que no dejé pasar por ir borracho me estuvo llamando hijo de puta tres horas seguidas. Y yo de pie, aguantándole'.

Tanto Alcorlo como Herraiz consideran que un portero de discoteca necesita 'ser equilibrado y un profesional a la hora de defenderse'. Trabajan en Madrid y en varias salas de Leganés y Getafe. No les asusta su trabajo, pero reconocen que la noche 'cambia a la gente, les pone como una máscara rara y muchas veces violenta'. 'Ves a un tío por el día y no es el mismo a las cuatro de la mañana, o ves a un universitario entrar todo educadito al local y salir borracho y con ganas de armar bronca, por eso no cualquiera puede trabajar de esto', añaden.

La paliza de Getafe y el asesinato de Barcelona desataron un aluvión de críticas al sector. Esteban Ibarra, del Movimiento contra la Intolerancia, y José Luis Salazar, presidente de la Asociación de Propietarios de Bares de Copas, denunciaron que entre los 2.000 porteros que trabajan en la región madrileña 'hay auténticas mafias, que reclutan jóvenes expertos en kárate en los gimnasios y que copan muchas de las puertas de las discotecas'.

Un empresario que hasta hace un año regentó un after hours (discoteca matinal, ilegal) en la calle de Alcalá cuenta que poco antes de cerrar el local llegó un grupo de rumanos a verle: 'Me pidieron que les emplease como personal de seguridad; les contesté que no; insistieron; me volví a negar. Me amenazaron, me advirtieron de que mi local podía arder. Sé a qué venían. Naturalmente, no les interesa trabajar de porteros, pero sí controlar el local, o los accesos a los servicios, para vender pastillas o cocaína. Estas mafias son traficantes. Por eso les interesa trabajar de porteros', asegura. Este empresario afirma que en su caso 'no pasó nada'. 'Yo cerré por otros motivos, que quede claro, pero también sé de empresarios que han tragado', añade.

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Alberto las Heras, dueño de cuatro discotecas en la Comunidad de Madrid y vicepresidente de la Asociación de Discotecas y Salas de Fiesta, advierte de que las mafias 'empiezan a apuntar cada vez más'. 'De eso ya hemos hablado con el delegado del Gobierno, que nos ha urgido a denunciar en cuanto sepamos que ocurre un hecho de estos', agrega. No es algo nuevo: en mayo de 1999, una banda organizada, conocida como los iraníes, irrumpió a tiro limpio en la discoteca Amnesia, en Puerta de Toledo. Los vigilantes del local les esperaban. También armados. Ambos grupos lucharon por los puestos de porteros, a fin de controlar la droga que se vendía dentro. En el tiroteo murió uno de los vigilantes.

'Está claro que algunos empresarios contratan a indeseables, pero la mayoría no es así', sostiene el presidente de la Asociación Nacional de Porteros, Rafael de Castro. Para trabajar de portero no se necesita nada, ningún título o permiso. Basta que el dueño de una discoteca se decida a contratar a uno. Tanto las asociaciones de empresarios como De Castro, que ha trabajado más de 20 años delante de una entrada de discoteca y regenta ahora una empresa de porteros llamada Cos, han reclamado a la Comunidad una regulación del sector. 'Así se evitaría que cualquier cachas se ponga en la puerta, lo que es muy peligroso', dice De Castro. El consejero de Economía, Luis Blázquez, está de acuerdo, y aguarda una propuesta formal. Las Heras augura que así, con profesionales en la entrada, los porteros se dedicarían a lo que tienen que dedicarse: 'A dar las buenas noches'.

De izquierda a derecha, Francisco Herraiz, Miguel Alcorlo y Rafel de Castro, porteros profesionales.
De izquierda a derecha, Francisco Herraiz, Miguel Alcorlo y Rafel de Castro, porteros profesionales.LUIS MAGÁN

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