_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Liderazgo

La publicación de los resultados de la reciente encuesta del PP ha desatado una serie de comentarios de los partidos de oposición y ha dado pie, al mismo tiempo, a una contundente declaración precongresual del BNV contra cualesquiera pactos pre-electorales. El PSPV-PSOE y UV han respondido con incredulidad, los primeros, y con descalificación, los segundos, mientras que EU y BNV la han ignorado o minimizado; unos, porque hasta hoy todos los sondeos les sitúan por encima del 5%, y, otros, porque viene en un momento delicado y lo que interesa a la formación nacionalista es calentar motores para su inminente congreso.

Los pronósticos de la encuesta, realizada durante los días de euforia social navideña del 2001, corroboran las tendencias recientes y constituyen tanto para el BNV cuanto para UV, un motivo de seria preocupación y no un detalle de inoportuna intención desestabilizadora; para el BNV porque le aleja con tozudez de su techo autonómico y deja a su actual líder en una posición de estancamiento en cuanto a notoriedad en la sociedad valenciana (y veinte años de liderazgo deberían haber dado más de sí), por más que su valoración sea similar a la del resto de líderes de la oposición, y para los segundos porque la intención de voto se manifiesta en la misma dirección descendente.

El BNV, en efecto, arrastra un problema de difícil solución en lo tocante al liderazgo. La errática historia de la propuesta nacionalista, la endeblez de sus conexiones sociales, su falta de presencia en seis de las nueve grandes ciudades del país en el cuarto de siglo de democracia que llevamos, sus errores estratégicos y bandazos ideológicos y, en fin, el hecho de que le tocó pagar los platos rotos del conflicto identitario desatado en los primeros años de la transición, sirven de alegre justificación a la ausencia de un liderazgo fuerte, que a mi entender, impide -aunque no sea la única causa-, el salto cualitativo que el nacionalismo espera infructuosamente del esfuerzo continuado de su sacrificada grey.

Por otra parte, reducir el problema, como pretenden algunos, al simple relevo de su actual líder es apostar por el vacío (como ocurrió con las candidaturas de Mira-Torrent en las generales de 2000), pero renunciar explícitamente a la construcción de un nuevo liderazgo -individual o colectivo-, capaz de armonizar la actual definición ideológica (a mi entender aún deslavazada para lo que ha de ser un partido nacionalista valenciano) con las aspiraciones de un número cuanto menos tres veces superior al máximo de valencianos que votaron nacionalista en el mejor de sus resultados significaría esperar, de nuevo, la frustración como respuesta.

Para que el BNV consiga su declarado objetivo de representar un tercer espai, debe ofrecer un liderazgo sugerente que atraiga a nuevos sectores sociales y consiga apoyos empresariales y de la sociedad civil o... más le valdrá no rechazar los ofrecimientos de otros, si quiere salvar los muebles.

Si yo fuera miembro del BNV, que no lo soy, le exigiría un liderazgo de mucha más entidad para afrontar el reto electoral en solitario o, subsidiariamente, recomendaría a Mayor que pactase con EU-EV (contra el sistema electoral) para, de entrada, y por fin asegurar nacionalistas (él mismo) en las Cortes Valencianas. Y, aunque es evidente que prefiero la primera, para las dos soluciones Mayor resulta imprescindible.

Vicent.Franch@eresmas.net

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_