Calidad educativa y desigualdades sociales
Docentes de una zona desfavorecida de Córdoba critican la selección que impone el modelo
Profesores y alumnos de secundaria de tres institutos analizan los cambios que para este nivel educativo prepara el Gobierno central. Las críticas a la implantación de la reválida y las dudas sobre la forma y la efectividad de los cuatro itinerarios lectivos anunciados centran el debate.
En el IES Averroes de Córdoba, enclavado en un barrio duro, marcado por altos índices de pobreza y exclusión, los profesores tienen un concepto de calidad educativa muy alejado del de Pilar del Castillo. Consiste en atender las necesidades de todos y cada uno de los alumnos, diversificando los curricula para adaptarlos a su realidad, con imaginación, flexibilidad y voluntad de integración. Y no deben andar muy descaminados, porque a principios de año obtuvieron el Premio a la Calidad en Educación, un reconocimiento de ámbito nacional que concede el propio ministerio.
'La calidad no es selección', afirma Isabel Gómez, jefa de estudios. 'Identificarla con la implantación de una reválida es subvertir la idea', explica Juan Carlos Hens, vicedirector. 'No es cuestión de elevar el nivel de exigencia ni de establecer controles externos de los conocimientos de los alumnos', aclara Antonio Gómez, director. 'Los exámenes no les harán aprender más'.
Gabriel Moya, responsable de la Tutoría de Atención Educativa -donde se atiende a los alumnos que han sido expulsados de clase o del centro, y se trabaja con ellos en lo académico y en lo tocante a la convivencia- hace una distinción significativa: 'El modelo de calidad que defiende la ministra se basa en la instrucción, no en la educación: la calidad de la instrucción se puede medir con reválidas, pero la de la educación no'. Moya indica que la educación debe corregir las desigualdades sociales, no intensificarlas. 'Y con el sistema de itinerarios se quiere aprovechar el descontento de un pequeño porcentaje de alumnos con conductas disruptivas para plantear un sistema que les segregue'. Hens acota: 'Es un problema de filosofía, de si se quiere corregir los desequilibrios o mantenerlos y darles carácter de ley'.
Todos están de acuerdo en que para atender las necesidades de todos hace falta poner más recursos y potenciar los equipos docentes. Y proponen estudiar los planes de garantía social, y quizás rebajar la edad de acceso a los 14 años (ahora está en los 16).
Los estudiantes, por su parte, se muestran prudentes y más bien apegados al sistema actual. Azahara Haza, de 4º de ESO, no quiere saber nada de la reválida, sobre todo si incluye exámenes orales y si va seguida de otro examen específico para acceder a la Universidad. 'No sería justo', dice. Patricia Calvo y Carmen Pérez, del mismo curso, piensan parecidamente. Las diferencias llegan cuando se habla de los itinerarios. Azahara está a favor: 'Lo veo bien. Quienes no saquen buenas notas no tienen por qué continuar estudiando, y menos si molestan a los que sí tienen interés. Con 14 años uno ya ha tenido la oportunidad de demostrar si quiere seguir adelante o no'.
Patricia también cree que a esa edad uno ya debe ser consciente de 'lo que va a hacer con su futuro'. Carmen, no: 'Yo a los 14 años todavía no tenía claro si quería seguir estudiando o no. Me parece muy pronto, si luego no hay vuelta atrás'.
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