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Reportaje:ESCAPADAS

Solar portugués con palacio y jardín

El paisajismo y el barroco logran en Mateus una feliz conjunción

Hay lugares en Portugal que llevan impreso el discreto encanto de la elegancia que no necesita ser demostrada ante los demás. Un refinamiento natural, poco ostentoso y un ápice decadente y abandonado. Rehabilitar los monumentos del país vecino es una tarea tan exhaustiva como onerosa, y algunos acusan el paso del tiempo. Sin embargo, los jardines son una de las expresiones más creativas y cuidadas. Existe una intensa cultura del paisaje, que, desde la época musulmana, se ha alimentado para recrear ambientes y estructuras vegetales de gran originalidad. Así lo demuestran, por ejemplo, el jardín de la Casa de Mateus, en Vila Real, y, más al sur del país, los del palacio episcopal de Castelo Branco. Dos espacios del siglo XVIII, con la impronta del barroco, la simetría recortada, el abigarramiento y ese regusto coleccionista que implantó especies exóticas como las araucarias, los cedros o las flores de loto.

La primavera se acerca. Un jardín es un ser vivo cuyo atractivo radica, precisamente, en su carácter mutante: el cambio de las floraciones, la evolución de la vida vegetativa, la incidencia de la luz. Incluso en esta época hay flores que se atreven con el frío, como las camelias, que pujan por romper sus capullos y surgir como heridas rojas en el paisaje escarchado.

A tres kilómetros y medio de Vila Real, en el norte, aparece el pueblecito de Mateus, y en sus alrededores, un espectacular palacio barroco edificado por el arquitecto italiano Nicolás Nasoni, que aparece en las etiquetas del afamado vino rosado Mateus. Guarda una colección de muebles y antigüedades, y un pequeño museo en el que se exhibe una valiosa edición de Os Lusíadas, de Camões. Está rodeado de viñedos y de un vasto jardín. En la parte posterior se extiende una arboleda con ejemplares centenarios de magnolios, tejos y castaños de Indias, y una pérgola de cedros del Himalaya que ofrecen su sombra y su espesura hasta alcanzar los viñedos.

Un horizonte agrícola

En el costado izquierdo aparece el jardín de estilo formal y afrancesado, rectilíneo esta vez, y de un verde jugoso que se diluye en el horizonte agrícola de la campiña. Está formado de senderos delimitados por setos meticulosamente recortados, y parterres en los que crecen ufanos las rosas, los nomeolvides, los lirios y los gladiolos. En la fuente central, la vista se maravilla ante la belleza exótica y apabullante de la flor de loto, que surgirá en abril o mayo, con su corola grande como una calabaza ofrendando sus pétalos al sol. Pero, entretanto, permanecen los cálices, que se asemejan a la alcachofa de una regadera, y esas inmensas hojas aterciopeladas, que tienen la propiedad de repeler las gotas de agua como si fueran perlas de cristal. Cuando se contempla, no es de extrañar la profunda fascinación que esta planta acuática ha ejercido, en la mitología india y del antiguo Egipto, como símbolo de la pureza y del sol naciente.

Castelo Branco es una pequeña ciudad de la Beira Baja que vive de lo que da la tierra: olivos, queso y miel, además de sus codiciadas colchas de lino bordadas en seda. Tiene el atractivo de su urbanismo medieval, además de un puñado de edificios manuelinos, como la catedral y el calvario. El antiguo palacio episcopal, hoy convertido en museo, se rodeó de un jardín para el asueto del prelado, cuestión que, a juzgar por su lujo y exuberancia, cumplía sobradamente. Se distribuye de forma escalonada en distintos planos a los que se accede por medio de una pomposa escalinata de mármol flanqueada de estatuas que reproducen los apóstoles y los reyes de Portugal. Muestra un elaborado trabajo de cantería en fuentes, bancos y balaustradas, y es todo curvas y meandros barrocos juguetones, con murales de azulejos y setos de boj de formas arquitectónicas. El agua es aquí un elemento tan importante como la vegetación, como se aprecia en el estanque de las Coronas o el Lago Grande, las albercas repletas de helechos, nenúfares y papiros, las cascadas y las fuentes cantarinas que surgen en cada esquina.

El solar de Mateus, en Vila Real, un conjunto de palacio y jardines de estilo barroco que sirven para identificar un vino de la zona.
El solar de Mateus, en Vila Real, un conjunto de palacio y jardines de estilo barroco que sirven para identificar un vino de la zona.NAVIA

GUÍA PRÁCTICA

Datos básicos

- Población: Castelo Branco tiene 30.624 habitantes. Vila Real, 13.649 (el solar de Mateus se encuentra a 3,5 kilómetros, en la carretera que va de Vila Real a Sabrosa). - Prefijo telefónico: 00 35 1.

Cómo ir

- La compañía Tap (901 11 67 18) vuela a Lisboa desde Madrid a partir de 163 euros, y desde Barcelona, a partir de 178. Iberia (902 400 500) vuela a Oporto desde Madrid a partir de 163 euros. - Renfe (902 24 02 02) tiene un tren nocturno diario, el Lusitania, de Madrid a Lisboa, por 80,75 euros (sentado) y 113,90 (cama), ida y vuelta.

Dormir / comer

- Información: www.pousadas.pt y pousadasjuventude.pt. - Pousada da Rede (254 89 01 30). Santa Cristina, s/n. En Frío, cerca de Vila Real. Doble: 106 euros, con desayuno. - Pousada del Convento (00 351 275 91 03 10). Belmonte, cerca de Castelo Branco. En un convento del siglo XIII. Desde 120 euros.

Visitas

- Palacio Episcopal. Largo da Misericordia, s/n. Castelo Branco. De 10.00 a 12.30 y de 14.00 a 17.30. Precio: 2 euros. - Solar de Mateus. Mateus (Vila Real). De 10.00 a 12.30 y de 14.00 a 17.00. Precio: 6 euros.

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