De banderillas, sol y toros blandos
Larga fue la corrida de toros, en un día casi primaveral en el que daba gusto pasear, mientras el sol lucía y arrancaba destellos de luz que la tierra y el cuerpo agradecían. Y fue larga por mor de las devoluciones de toros, y después porque en tarde de toreros banderilleros, las ceremonias taurinas se demoran.
El público siempre agradece mucho que los matadores pongan banderillas, y celebran con sana alegría cada reunión de torero y toro, en nada que la suerte sea regular. Si es ajustada a los cánones, entonces se desata el entusiasmo. Que en la tarde de ayer no llegó a producirse. Aunque sí la alegría contagiosa, en los pares que cada respectivo matador reunió más acertadamente.
Bayones / Fundi, Taurina, Millonario
Toros de Los Bayones, desigualmente presentados, de juego irregular, flojos; 5º y 6º devueltos por inválidos; dos sobreros de Mª Isabel Sistac de Luna, flojos y nobles. El Fundi: pinchazo sin soltar, pinchazo perdiendo la muleta y goyetazo (silencio); estocada delantera y descabello (oreja). Niño de la Taurina: pinchazo y estocada (oreja); pinchazo feo contrario al encuentro, estocada caída y atravesada -aviso- y se echa el toro (silencio). El Millonario: estocada perdiendo la muleta (oreja); pinchazo y estocada trasera (oreja). Plaza de Valdemorillo, 8 de febrero. 4ª corrida de feria. Tres cuartos de entrada.
El Fundi puso mejor los garapullos cuando lo hizo en solitario, igual que sus compañeros de terna, y con facilidad y poder al compartir los pares de rehiletes. Y en el turno de parar, templar y mandar, bueno, desistió pronto ante su primero, que había que obligar y llevar toreado, a pesar de sus pocas fuerzas, y se peleó con su segundo, sin acabar de encontarle el temple. Para justificarse al final, en una estocada en la que hizo la cruz a ley, dando el pecho.
El Niño de la Taurina recibió de capote a su primero, flojo y noble, por verónicas templadas en las que hubo gusto y sapiencia, y en la muleta nos brindó un trasteo salpicado de torería, en donde varios muletazos fueron impecables. Pero no acabó de entenderse con su segundo.
El Millonario tuvo en sus manos el mejor lote, blandengue como el resto de la corrida, y cumplió en los tres tercios. Sus dos faenas de muleta las empezó con suavidad y tiralineas, la segunda a la postre le quedó más acabada, destacaron los pases de pecho, y no falló al empuñar la espada y ganar la noble batalla torera.
Babelia
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