El claustro más famoso

Nina no lleva calentadores de lana en las pantorrillas como solía la estirada señorita Grant en Fama, ni Manu Guix se parece en nada al cachazudo y estrábico profesor Shorofsky, pero los incondicionales de Operación Triunfo se han familiarizado con ellos, y sus compañeros de claustro, al igual que en los años ochenta lo hicieron los seguidores de la más popular academia televisiva -hasta ahora, claro- con sus instructores. Nina, Àngel Llàcer, Helen Rowson, Manu Guix, Lawrence de Maeyer, Javier Castillo, alias Poty, y Néstor Serra se han hecho casi tan célebres como los concursantes, con quienes comparten penas y alegrías desde el pasado 22 de octubre. Pese a ser todos ellos profesionales que llevan años pateándose los escenarios, la notoriedad les ha llegado paradójicamente de la mano de esos 16 desconocidos muchachos que han necesitado menos de tres meses para meterse en los salones de 10 millones de españoles.

'Los concursantes me dan envidia; sana, pero envidia al fin', confiesa Manu Guix

El músico Manu Guix, por edad -acaba de cumplir los 22 años- es el educador que más acusa esta circunstancia. 'Ya me gustaría haber podido disfrutar de la oportunidad de oro que tienen ellos. Llevo años intentando ser alguien en el mundo de la música... La verdad es que me dan mucha envidia; sana, pero envidia al fin y al cabo', confiesa el benjamín del equipo, de quien Nina dice que es 'todo un genio'. 'Lo oí cantar cuando sólo tenía 17 años y me quedé completamente impresionada', comenta la directora de esta peculiar escuela de estrellas. Àngel Llàcer, que pasa por ser el profesor más simpático y colega de la Academia, se muestra menos pasional que Guix en este asunto: 'Puede que a partir de ahora los productores me contraten por haber salido en Operación Triunfo, pero no estoy en este oficio ni por hacerme rico ni por ser famoso. Me gusta el teatro, y sólo pretendo disfrutar y ser feliz con mi trabajo'.

Nina también tiene palabras de alabanza para el actor, a quien conoció en una escuela de baile, y enseguida hicieron migas. 'Es un artista completo: interpreta, baila y canta de maravilla', lo elogia la actriz y cantante, que se relaciona desde hace tiempo con todos los componentes del meollo artístico de su equipo. El bailarín Lawrence de Maeyer fue su profesor de danza, y a la cantante Helen Rowson la trata desde la época en la que ésta formaba parte del grupo a capella femenino Stupendams.

Para todos ellos, la experiencia de participar en este proyecto es algo nuevo e insólito. Más ahora que al principio, por la repercusión que ha tenido el programa. Néstor Serra, por ejemplo, ha sido nadador de la selección española, y campeón de España de este deporte, pero hasta hace unos meses había pasado absolutamente inadvertido para sus conciudadanos. Ahora, sin embargo, cuenta el preparador físico con una sonrisa, 'me he hecho hiperfamoso; muchas personas me reconocen, y algunas incluso se atreven a criticar mi forma de llevar las clases'.

Si para los profesores de Operación Triunfo la popularidad ha sido una sorpresa que ha afectado a su parcela personal, la excepcionalidad del formato televisivo, en cambio, no ha modificado sustancialmente su método de trabajo, ni, aseguran todos a una, su manera de comportarse. Sostienen que ni siquiera recuerdan que están siendo observados continuamente desde que Canal Satélite Digital incluyó en su oferta la emisión en directo de las actividades del centro artístico. 'He llegado a olvidarme de las cámaras', relata Helen Rowson con tono apesadumbrado, 'hasta el punto de que he recibido más de una bronca de realización por mi desorden; tengo la costumbre de mover los cachivaches y muebles del aula, como la pizarra, sin percatarme de que, con ello, provoco que alguien se quede fuera del alcance del objetivo'. 'A mí, las cámaras sí que me influyen, pero en el buen sentido', apostilla Lawrence de Maeyer, 'porque me dan la oportunidad de investigar luego con más profundidad cómo se adaptan los alumnos a la clase'. 'Yo soy así, el Poty de siempre', añade, dicharachero, Javier Castillo, 'no pienso en que me ven millones de personas; me comporto con normalidad, y no sólo yo, sino todos; estoy convencido de que en la naturalidad de los concursantes y del equipo es donde radica sobre todo el éxito del programa'.

Si acaso, admiten tanto Rowson como Maeyer, la diferencia entre las lecciones que dan en Operación Triunfo y las que imparten en otras escuelas tiene que ver con el factor tiempo. 'Sé que sólo tengo tres meses para educar la voz de los alumnos, y eso me obliga a ir bastante a saco', lanza la cantante. El bailarín, que, por lo que parece, prefiere ver el lado positivo de las cosas, matiza: 'Aunque sea poco tiempo el que tenemos, eso nos obliga a suplir esa carencia con eficacia, y aprender a trabajar con velocidad sin perder la calidad'.

A Nina, pensando en los concursantes más que en el producto televisivo, el periodo de formación le parece corto. 'Ojalá', hace votos la directora, 'que pudiéramos seguir un año así, pero sin que los chicos tuvieran que estar encerrados, sino fuera de aquí, disfrutando de la vida y enriqueciéndose'.