Francia entierra la aspiración navarra de una autovía pirenaica
Las autoridades francesas han enterrado las aspiraciones navarras de construir una autovía pirenaica transeuropea que eluda la frontera vasca para conducir el flujo circulatorio por la carretera entre Lisboa y París.
Francia se escuda en el recelo social que provocan las previsibles afecciones medioambientales. A pesar del jarro de agua fría lanzado por los representantes de los Pirineos Atlánticos en un debate en la Cámara de Comercio e Industria de Bayona el 25 de enero, el Ejecutivo de UPN no renuncia a su idea.
El empeño es tan grande que, de hecho, la portavoz del Ejecutivo regionalista foral, Nuria Iturriagagoitia, manifestó que confían en el cambio político que puede producirse en las próximas elecciones francesas para relanzar una idea ahora rechazada de plano por el Consejo General de los Pirineos Atlánticos, el Gobierno de Aquitania y el propio ejecutivo de Lionel Jospin. Jean Jacques Laserre, presidente del Consejo General de los Pirineos Atlánticos, ha sido la voz más clara de cuantas se han pronunciado contra el proyecto navarro. Laserre destaca los 'problemas de aceptación social' de la iniciativa, reconoce el rigor de los estudios llevados a cabo desde 1998 con financiación mixta, pero al final se decanta por alternativas como el ferrocarril, fundamentalmente en el eje Bayona-Vitoria, e incluso la vía marítima, antes que por la construcción de la autopista que pretenden UPN y el PP.
'Nunca hemos apoyado la autovía', señaló el presidente del Consejo de los Pirineos, una institución cuyo objetivo está muy lejos del eje internacional que Navarra busca. El Consejo francés desea una simple mejora viaria que 'irrigue al máximo el país vasco interior' como instrumento de desarrollo. En el debate de Bayona estuvo presente Antonio López Corral, director de Programación Económica del Ministerio de Fomento, quien defendió la autopista, además de los enlaces de Somport y Puigcerdà, previstos en el plan de infraestructuras ministerial 2000-2007.
Fue el único en apoyar la necesidad de una autopista alternativa a la frontera guipuzcoana a través del Pirineo navarro, una obra de 112 kilómetros de longitud y 757 millones de euros que atravesaría el valle de Ebro y la frontera española de Roncesvalles mediante un gran túnel, adentrándose en una zona cuya 'riqueza natural', en palabras de Laserre, constituye su salvaguarda de futuro más importante.
A pesar del rechazo que suscita, el Gobierno navarro considera la autovía un proyecto 'vital' tanto 'para el desarrollo de Navarra como para el de España dentro de la UE', según Nuria Iturriagagoitia. No obstante, la Comunidad de Trabajo de los Pirineos no contempla el proyecto entre sus prioridades y el Libro Blanco de las comunicaciones de la UE plantea las vías ferroviarias como prioridad hasta el 2010.
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