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Columna
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Cabanyal

De un barrio demediado a un plan frustrado y, de rebote, una alcaldesa enfurecida. Acostumbrada como está a que sin más ni más la consideren estupenda incluso algunos baluartes del antizaplanismo más conspicuo, Rita Barberá reaccionó ante la resolución del Tribunal Superior de Justicia que suspende las expropiaciones para prolongar la avenida de Blasco Ibáñez a través de El Cabanyal con una contrariada frivolidad: ¿Ah sí? ¡Pues se van a enterar! Y declaró rotundamente: 'Intensificaremos las actuaciones en el resto del plan'. Presa de una excitación que su metabolismo no segrega para desbloquear proyectos urbanos como el Parque Central, de una envergadura estratégica mucho mayor, explicó que nada tiene que negociar con los vecinos y añadió que en el perímetro afectado por la resolución no habrá 'ni proyecto, ni licencias de obra'. El concejal de Urbanismo, Miguel Domínguez, ratificó que prohibirá cualquier rehabilitación en la zona, para que quede claro que el PP se dispone a asediar desde el Ayuntamiento de Valencia a los últimos de El Cabanyal mediante el abandono y la depauperación, en venganza por una decisión judicial que socava de raíz todo el polémico plan. Porque lo que ha hecho el tribunal no es aducir cualquier detalle menor de tramitación sino evitar preventivamente, antes de que se dilucide la legalidad de la actuación, que entren las excavadoras en un barrio declarado bien de interés cultural para que no se deriven daños irreversibles sobre la ciudad. En su reacción, una rabieta impropia de un político de cierto nivel, la alcaldesa vino a advertir de que ejecutará todos los otros daños irreversibles que estén en su mano, aunque al final resulte imposible que la avenida pueda llegar al mar. ¿Qué sentido tiene correr cuando uno está en la carretera equivocada?, dice un proverbio alemán. Después de tropezar con el antiguo enclave pescador de El Grau, presionada por el entorno especulativo fraguado alrededor del negocio que prometía la prolongación, Barberá ha emprendido la huida por una avenida equivocada, con una arbitraria irresponsabilidad.

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