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Juan Azpeitia muestra en Arteko su visión gráfica sobre la vida y la muerte

El libro de autor del artista está acompañado de textos de Atxaga y Azurmendi, entre otros

Maribel Marín Yarza

El artista donostiarra Juan Azpeitia ha convertido su último trabajo en una lectura múltiple sobre la vida y la muerte. La suya, queda patente en las cinco imágenes serigrafiadas y gofradas de su libro Viento y Cenizas, que se expone por primera vez en la galería Arteko de San Sebastián. Pero no es la única. Bernardo Atxaga, Mikel Arregi, Mikel Azurmendi, Luis Daniel Izpizua y Javier Mina, acompañan su obra con textos poéticos.

La exposición, que permanecerá abierta al público hasta el próximo 15 de marzo, es el resultado del encuentro de Azpeitia, profesor de Bachillerato Artístico del Instituto Usandizaga de San Sebastián, y del serígrafo Manuel Bello, autor del libro-homenaje a Barandiarán. El artista donostiarra tenía en sus manos unos bocetos sobre la vida y la muerte para una carpeta que pensaba desarrollar en el futuro. Pero Bello los vio y le propuso coeditarlo e integrar literatura y plástica.

Azpetia se planteó en un principio plantear una contraposición visual. 'Las imágenes iban a representar la muerte y los gofrados la vida', explica el artista. 'Pero en el proceso todo se ha ido entremezclando y parece haberse fundido'. En todo caso, ha quedado reflejada su idea inicial. El espectador puede reconocer la representación de una momia o de una calavera en dos de las obras de Azpeitia. Todas ellas, al igual que los textos -en euskera y castellano- están trabajadas sobre un papel hecho a mano. 'Es el idóneo para gofrar', asegura Bello. 'Tiene un grano que hace que el mismo soporte se convierta en parte integral de la imagen'.

Lo mismo ocurre con textos y obra plástica, que se complementan y en cierta forma se funden. Y eso que Azpetia no mostró las imágenes a los autores de los escritos poéticos. Porque, según confiesa, en ningún momento ha pretendido que sus 'obras ilustraran los textos o viceversa'. Precisamente por eso, sólo dio una pauta a Bernardo Atxaga, Mikel Arregi, Mikel Azurmendi, los colaboradores de este periódico Javier Mina y Luis Daniel Izpizua; las dos palabras sobre las que ha girado su reflexión artística. Con eso, Mina escribe: 'Tal vez tengamos dentro, muy adentro, por debajo del espesor de la carne y de la vertical arquitectura de los huesos un frágil edificio de ceniza, porque basta que un poco de viento se nos cuele por las juntas para que, parvos puñados de nada, nos derrumbemos sin dejar apenas sombra'.

Cárdenas

Azpeitia no es el único protagonista de Arteko. De las paredes de la sala también cuelga la obra gráfica de Marta Cárdenas -artista consagrada con la que ha trabajado-, que ampara así la primera exhibición pública de Viento y Cenizas.

Cárdenas muestra en esta exposición que la huella que dejó la India en su pintura está también en su obra gráfica. El color vivo de los saris de este país ha conquistado su trabajo impreso y prima sobre las formas y la composición de las piezas que presenta: litografías, serigrafías, cuatro libros de autor, y cuadernos donde realiza sus estudios de color.

La exposición permite lecturas variadas. Entre otras cosas, porque Cárdenas rompió con etapas anteriores tras su experiencia vital en la India y pasó de reflejar una realidad evidente y monocroma a la abstracción más colorista. 'Que cada cual imagine lo que le de la gana'. La artista donostiarra reta al espectador a descubrir por sí mismo lo que se esconde detrás de una gráfica que se ha escapado a su propia interpretación. Lo hace frente a El Sahel, uno de sus libros serigráficos, pero podría hacerlo también al hablar de Rajastán, Colores de Karnataka o la serie Vidrieras.

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