Londres y Madrid aplicarán a Gibraltar la estrategia que llevó la paz al Ulster
Una declaración hispano-británica será la base para cualquier acuerdo
El ministro británico para Europa, Peter Haine, desveló ayer en la Cámara de los Comunes la estrategia acordada con España para lograr un acuerdo definitivo sobre Gibraltar. Se trata de aprobar una declaración conjunta al término de las actuales negociaciones y que se mantendrá tanto si es aceptada por Gibraltar como si no, para que sirva de permanente presión política al Gobierno y la población de la Roca. La propuesta se inspira en la declaración angloirlandesa que en 1993 sentó las bases del proceso de paz en Irlanda del Norte.
La estrategia confirma la voluntad de los Ejecutivos de José María Aznar y de Tony Blair no ya de llegar a un acuerdo bilateral sino de poner en marcha un proceso político a largo plazo que tenga como resultado final un acuerdo definitivo sobre Gibraltar que cuente con el visto bueno de los gibraltareños. Por otra parte, supone la constatación de que ni Madrid ni Londres esperan ya que el ministro principal gibraltareño, Peter Caruana, se incorpore a las conversaciones dentro del llamado Proceso de Bruselas, reiniciadas en noviembre pasado por Gran Bretaña y España.
Lo que sí esperan Madrid y Londres, según afirmó ayer Hain en un debate parlamentario sobre Gibraltar, es que la declaración conjunta hispano-británica sea aceptada más tarde o más temprano por Caruana. Esa es una de las claves de la nueva estrategia: que el acuerdo que firmen españoles y británicos siga vivo aunque tenga el rechazo inicial de Caruana.
Pero 'no será un hecho consumado', aclaró el ministro británico para Europa. 'Ninguno de los Gobiernos va a decir a la gente de Gibraltar: o lo tomas o lo dejas. Al contrario, habrá propuestas tanto para abrir consultas con la gente de Gibraltar como negociaciones con su Gobierno', explicó. Estas negociaciones podrán ser a tres bandas o bien directamente con el Reino Unido, o directamente con España, detalló.
La estrategia puede parecer ingenua a primera vista, pero para Londres tiene un gran calado político porque se inspira en el modelo que ha acabado llevando la paz, aunque de manera precaria, al sangriento conflicto de Irlanda del Norte. Los Gobiernos de Irlanda y del Reino Unido lanzaron en 1993 una declaración conjunta, conocida como Declaración de Downing Street, que acabó sentando las bases del proceso político que desembocó en los Acuerdos de Viernes Santo, en 1998.
Referéndum
Se trata de acordar una declaración que siga teniendo validez política aunque sea rechazada por las partes más afectadas, en este caso Gibraltar. Su objetivo es sentar las líneas fundamentales que ambos países exigen para solucionar el conflicto, pero dejando la puerta abierta a que los gibraltareños puedan abrir negociaciones para modularla en lo posible o arrancar las garantías adicionales que a ellos les parezcan necesarias.
En cuanto haya un acuerdo político con el Gobierno de Gibraltar, la declaración así modificada será sometida a referéndum entre los gibraltareños, aseguró ayer Peter Hain. Mientras el Gobierno de la Roca la rechace, la declaración seguirá teniendo vigencia política, pero su contenido normativo no se aplicará.
Peter Haine pareció ayer que hablaba dando por sentado que España ha aceptado esta estrategia, aparentemente inspirada desde el Reino Unido. Para el Gobierno español -como para el británico- tiene la ventaja de que le permite salvar la cara ante sus socios de la Unión Europea y señalar a los gibraltareños como responsables si se enquista el problema.
Pero, por otro lado, viene a admitir abiertamente que la población de Gibraltar tiene derecho a vetar cualquier acuerdo entre Madrid y Londres.
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