Ella
'La que tiene talento es ella'. Se ha dicho de los escritores: a veces con razón -María Lejárraga escribía las obras de su marido, Martínez Sierra, y Colette las de Willy-; generalmente no se dice porque sea verdad, sino para rebajar al héroe casado. Ahora se insiste en que la que tiene verdadero talento es Ana Botella: la que tiene consistencia, seguridad, vista y sentido político. No puedo decir cuántas y qué personas me lo aseguran, porque el que tiene cólera y venganza es él, pero sí que son personas en cuyo juicio creo. No espero verla en la presidencia, como a otras -Aquino, Indira, las Peronas-, descargada desde el marido. El nuevo desastre argentino ha colocado la suya en el Consejo de Ministros. Un cronista relataba cómo en el primer consejo ella llegó la última, saludó uno a uno a los ministros, tomó una silla que colocó al lado de su marido y se sentó decididamente. 'Desde aquel momento se supo quién mandaba allí', oí decir al transmisor de radio. Puede que Eva Perón construyese el Estado argentino, que Golda Meir hiciera más por la configuración de Israel que David Ben Gurión: pero son Estados que salieron mal.
Con respecto al Congreso Triunfal del Sexto Año de la Victoria, hay quejas vagas de que las mujeres han ido quedando atrás. No creo que sea por azar, sino por el machismo honrado de la derecha, que recoge las tradiciones de la leyenda española y no tiene por qué pagar el tributo de las siete doncellas ni los cupos desordenados. Puede que con esta juez del Supremo a la que la izquierda llamó 'florero' -¡otros machistas! Espero que no caigan en sus manos justicieras- y el presentimiento de que Mercedes de la Merced sustituya al alcalde de Madrid ya haya bastante. Le tengo miedo desde que estuvo en Chamberí, verdadera cuna del hidalgo español y el centro de nuestras leyes y nuestras artes, pero tengo más miedo al Manzano, que sí tiene algo de florerito, con sus caderas hechitas.
No me gustaría que se perdiera el talento, la calma, la consistencia de Ana Botella. Que fuera a parar a la inmensa legión de las amas de casa -pero con servicio- o de las obras benéficas -pero con ecónomo-. Y no estoy decidido a decir que el que no tiene talento es él. Izarse desde la nada, sobre el pavés de los barones azules, requiere más que una esposa lista.
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