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Columna
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El sucesor heredará también un equipo

Los posibles candidatos tienen año y medio para marcar su propio terreno

Soledad Gallego-Díaz

Quedó clausurado el XIV Congreso del Partido Popular y se abrió inmediatamente el camino hacia el relevo. Falta sólo año y medio, aproximadamente, para que la Junta Directiva Nacional designe al heredero y son pocos quienes creen que durante ese tiempo los candidatos a suceder a José María Aznar, como presidente del PP y posible presidente del Gobierno, vayan a permanecer plácidamente 'congelados', a la espera de la varita mágica que los devuelva a la vida política.

'Una cosa es que ninguno incordie el poder de Aznar, que él mismo ha dejado muy claro en este congreso que conservará y ejercerá hasta el último día, y otra, que todo vaya a permanecer igual que hasta hoy', reconocía un dirigente provincial del PP.

Aznar dejó claro que no es partidario del federalismo ni dentro de España ni en Europa
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Los tres, o cuatro, políticos que están en las posiciones de salida son pesos pesados que, sin duda harán lo posible para no caer en trampas o en competiciones abiertas. Pero todos ellos tienen una gran experiencia política, suficiente como para saber que sería ingenuo renunciar a marcar un terreno propio y que puede resultar humillante estar dos años a la espera de que alguien te haga un gesto.

En el año y medio que se avecina, resultará, además, inevitable que los segundas filas del partido, entre ellos buena parte de los valores más jóvenes, vayan realizando sus propias apuestas y buscando colocarse cerca de sus propios candidatos. Así es la vida de los partidos, y nadie, ni tan siquiera el exigente José María Aznar, podrá impedir ese juego soterrado.

De momento, ayer mismo, cuando los compromisarios intercambiaban despedidas, algunos dirigentes populares se encargaron de poner en circulación una idea: a Aznar no le sucederá una sola persona, sino un equipo. Es decir, quien resulte elegido como candidato a presidente del Gobierno y del PP tendrá que contar no sólo con los otros aspirantes sino también, y sobre todo, con el grupo de personas que se ha encargado de la última modernización del partido.

Suceder a Aznar será muy difícil, explicaba un compromisario, no sólo porque tiene una imagen y una manera de comportarse en política imposible de imitar, sino también porque él y su equipo son los autores del programa popular no sólo para esta legislatura sino para toda la próxima década. Y quien le sustituya tiene que ser consciente de ello.

Aznar ha afirmado en este congreso que todavía no ha pensado qué hará cuando deje La Moncloa y la presidencia del partido. Personas próximas aseguran que siempre se ha mostrado hermético sobre su futuro y que es posible que todavía no haya decidido nada concreto, pese a que cumplirá 49 años dentro de cuatro semanas y nadie piense que se vaya a retirar de la política. En cualquier caso, su autoridad sobre el PP es tan grande en estos momentos que aunque se dedicara exclusivamente a presidir la macrofundación popular seguiría siendo un polo de referencia. A la vista del XIV Congreso que se cerró ayer, si su sucesor perdiera las elecciones generales o tuviera problemas en su carrera política, sería inevitable que el partido se volviera de nuevo hacia él.Quedó clausurado el XIV Congreso del Partido Popular y se abrió inmediatamente el camino hacia el relevo. Falta sólo año y medio, aproximadamente, para que la Junta Directiva Nacional designe al heredero y son pocos quienes creen que durante ese tiempo los candidatos a suceder a José María Aznar, como presidente del PP y posible presidente del Gobierno, vayan a permanecer plácidamente 'congelados', a la espera de la varita mágica que los devuelva a la vida política.

'Una cosa es que ninguno incordie el poder de Aznar, que él mismo ha dejado muy claro en este congreso que conservará y ejercerá hasta el último día, y otra, que todo vaya a permanecer igual que hasta hoy', reconocía un dirigente provincial del PP.

Los tres, o cuatro, políticos que están en las posiciones de salida son pesos pesados que, sin duda harán lo posible para no caer en trampas o en competiciones abiertas. Pero todos ellos tienen una gran experiencia política, suficiente como para saber que sería ingenuo renunciar a marcar un terreno propio y que puede resultar humillante estar dos años a la espera de que alguien te haga un gesto.

En el año y medio que se avecina, resultará, además, inevitable que los segundas filas del partido, entre ellos buena parte de los valores más jóvenes, vayan realizando sus propias apuestas y buscando colocarse cerca de sus propios candidatos. Así es la vida de los partidos, y nadie, ni tan siquiera el exigente José María Aznar, podrá impedir ese juego soterrado.

De momento, ayer mismo, cuando los compromisarios intercambiaban despedidas, algunos dirigentes populares se encargaron de poner en circulación una idea: a Aznar no le sucederá una sola persona, sino un equipo. Es decir, quien resulte elegido como candidato a presidente del Gobierno y del PP tendrá que contar no sólo con los otros aspirantes sino también, y sobre todo, con el grupo de personas que se ha encargado de la última modernización del partido.

Suceder a Aznar será muy difícil, explicaba un compromisario, no sólo porque tiene una imagen y una manera de comportarse en política imposible de imitar, sino también porque él y su equipo son los autores del programa popular no sólo para esta legislatura sino para toda la próxima década. Y quien le sustituya tiene que ser consciente de ello.

Aznar ha afirmado en este congreso que todavía no ha pensado qué hará cuando deje La Moncloa y la presidencia del partido. Personas próximas aseguran que siempre se ha mostrado hermético sobre su futuro y que es posible que todavía no haya decidido nada concreto, pese a que cumplirá 49 años dentro de cuatro semanas y nadie piense que se vaya a retirar de la política. En cualquier caso, su autoridad sobre el PP es tan grande en estos momentos que aunque se dedicara exclusivamente a presidir la macrofundación popular seguiría siendo un polo de referencia. A la vista del XIV Congreso que se cerró ayer, si su sucesor perdiera las elecciones generales o tuviera problemas en su carrera política, sería inevitable que el partido se volviera de nuevo hacia él.

El XIV Congreso del PP tuvo dos discursos y una imagen. La imagen fue la de un Manuel Fraga avejentado y enfermo, moviéndose como un extraño en el partido que él mismo fundó para recoger a los seguidores de la antigua dictadura franquista y a una incipiente nueva derecha, y que ahora contempla instalado en amplios centros de poder. Fraga se siente admirado por todo lo que han conseguido su sucesor y los jóvenes lobeznos a los que empezó a identificar hace diez años, pero se relaciona con dificultad con el nuevo vocabulario popular.

El presidente de la Xunta fue, probablemente, uno de los pocos políticos en el estrado que no se removió incómodo cuando un invitado portugués lanzó, encantado, un sonoro 'Viva España'.

Los dos discursos fueron, los dos, de Aznar. El que pronunció el sábado, para reiterar su abandono dentro de dos años, y el que pronunció ayer para demostrar que durante ese periodo de tiempo seguirá mandando, y mucho.

En el del sábado se permitió uno de sus pocos momentos de relax: reconoció que esta 'muy, muy contento'. 'Si no lo estamos ahora' -dijo- 'no sé cuándo podremos estarlo'. El aplastante agradecimiento que le brindan su partido y los miembros de la dirección consiguieron romper su carácter poco expresivo y trasladar al público su gran satisfacción interna. Aznar parece convencido de que, haga lo que haga en el futuro, ya ha logrado todos sus objetivos, y así lo manifestó.

El discurso de ayer, por el contrario, no fue, en absoluto, un discurso de alguien que se despide. Dejó claro que sigue mandando en su partido y en el Gobierno y que piensa hacerlo hasta el último día. Su sucesor debe saber que su nombramiento depende de Aznar y que no permitirá que nadie reclame a su lado un cierto protagonismo. En el PP no existe la menor disidencia y no se permitirá tampoco ahora.

Desde el punto de vista político, Aznar volvió a dejar claro que no es partidario del federalismo, ni dentro de España ni, desde luego, en Europa. El dirigente popular, que desempeña en este semestre la presidencia de turno de la UE, fue rotundo en su negativa a contemplar cualquier proyecto federal de una Europa unida y defendió sin matices la nación como único centro de poder legítimo dentro de la UE, al igual que hace el Reino Unido.

Aznar, que casi no participó el año pasado cuando Alemania abrió un debate europeo sobre una posible y futura estructura federal, dejó cerrrada cualquier posible revisión de esta postura al plantearla como uno de los puntos del programa popular para la próxima década.

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