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EdF se entrena para competir

Francia utilizará una sociedad anónima para afrontar la guerra eléctrica

Pese a la prudencia exhibida por François Roussely, presidente de Électricité de France (EdF), el ambiente se electriza cada vez más en el poderoso grupo francés. Una importante reorganización interna acaba de recordar a sus 117.000 empleados que los tiempos del Estado protector y dueño de la empresa al 100% tocan a su fin.

EdF no da por terminada su expansión internacional, mientras se abre paso la idea de privatizar parcialmente la compañía y darle una estructura de sociedad anónima que le permita adaptarse a la batalla mundial del sector. Cualquiera de las soluciones le vendrán bien para reforzar sus fondos propios.

La Comisión Europea presiona para que Francia se comprometa a un calendario para liberalizar del todo el sector eléctrico
Todos sus vecinos gritan contra la agresiva estrategia internacional de EdF, que le ha llevado a contar con 21 millones de clientes

Y es que el ejercicio 2001 no fue excelente. El grupo francés no confirma ni desmiente un resultado neto cuatro o cinco veces inferior al del año precedente (1.141 millones de euros), al cual contribuye el impacto de un gasto en torno a los 3.000 millones de euros en el crecimiento internacional y unas pérdidas del orden de 400 millones en el conjunto de las filiales.

La cifra de negocio también baja en Francia, como resultado de la apertura a la competencia para los grandes clientes: 186 instalaciones industriales han optado ya por un proveedor distinto de EdF. Pero la Comisión Europea presiona para que Francia se comprometa a un calendario de liberalización total, y el Gobierno de París, aún sometido a las tensiones de unas elecciones muy cercanas, ya no puede aguantar mucho más. Las cumbres de la UE en Barcelona y Sevilla, preparadas por una presidencia española volcada en la presión contra Francia, pueden hacer saltar los últimos cerrojos.

El presidente de EdF considera aceptable que esas cumbres europeas decidan la liberalización de todo el sector en Europa, de modo que tanto los grandes como los medianos consumidores puedan elegir el proveedor de energía que deseen. Roussely pone dos condiciones: que la apertura del mercado se alargue hasta 2005 (Bruselas insiste en 2003) y que se le permita mantener el monopolio sobre el mercado francés de los usuarios domésticos más allá de 2005.

Todos sus vecinos y residentes en la UE gritan contra la agresiva estrategia internacional de EdF, que le ha llevado a contar con 21 millones de clientes (40% del total) fuera de Francia, de ellos nueve millones en países europeos al margen del Hexágono. Pero es evidente que los márgenes de liberalización que se pacten lo serán para todos, y EdF no oculta su voluntad de aprovecharlo para comprar más compañías de producción y distribución, en una estrategia orientada a 'globalizarse' mucho más.

La estrategia de competencia y expansión necesita financiarse con algo más que las tarifas cobradas a los clientes. En vísperas preelectorales, el Gobierno de Lionel Jospin ha respondido con un tajante 'no' a la sugerencia de incrementar los precios un 5%. Pero el endeudamiento de EdF parece haber crecido brutalmente, pasando de 17.560 millones de euros en 2000 a 22.710 millones de euros en 2001, según cifras publicadas por el diario conservador parisiense Le Figaro, no confirmadas ni desmentidas por el grupo eléctrico. Que el actual ministro de Economía, Laurent Fabius, y su antecesor, Dominique Strauss-Kahn, defiendan la privatización parcial de EdF es toda una novedad en el campo socialista.

Una revolución interna

La cúpula de EDF prepara la revolución interna: 'Estamos construyendo un grupo mundial con los órganos de un antiguo monopolio', comenta uno de sus directivos. La nueva estructura, en vigor a partir del 1 de febrero, pretende preservar la noción de 'servicio público', pero refuerza su organización de grupo industrial con una fuerte dimensión internacional. Las divisiones tendrán asignados objetivos de negocio y sus directores habrán de responder de los resultados, dentro de un importante recorte de gastos. Al margen de Francia, donde se mantienen una rama de producción y otra de comercialización, la estructura mundial de EdF ha sido dividida en cuatro áreas geográficas. La de 'Europa central' ha de gestionar las inversiones más fuertes, con Alemania, Austria, Polonia y Hungría como grandes motores, mientras que 'Europa del Oeste, Mediterráneo y África', donde se incluye desde Escandinavia hasta España e Italia, parece responder a una lógica todavía incierta. EdF mantiene el criterio de que buscar mayores resultados tiene que ser compatible con el compromiso de atender bien a los clientes.

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